La mujer encinta continuaba con sus tareas cotidianas hasta el día del alumbramiento. Durante el embarazo no había control medico ni análisis alguno. Eso no lo conocían o eso no existía entonces.
En cada aldea, o aldea vecina, había una mujer que oficiaba de obstetra, llamada la "partera". Los chicos nacían generalmente sanos y fuertes, eran amamantados por la madre hasta el año. Los padrinos eran elegidos con anticipación entre familiares o amistades y el recién nacido era bautizado a los pocos días.
La madre del nuevo heredero debía, por orden de la comadrona que la asistía, guardar cama por ocho días. Durante ese término, los padrinos llevaban a la comadre especiales comidas para el almuerzo y la cena.
Los primeros cuatro días corrían a cargo de la madrina y los cuatro restantes del padrino. Los almuerzos consistían en sopa de gallina con fideos caseros y un pollo hervido y dorado a la sartén, la cena con sopa de orejones, (schnitzensup) con crema y rosquillas (kreppel). Todo se hacía con el mayor esmero y presentación.
Los elementos de las viandas se componían de blancas soperas de loza y bandejas del mismo color y material, que se cubrían con grandes servilletas confeccionadas para estas eventualidades, bordados sus bordes y de impecable blancura.
Prolijamente atadas en su parte superior (imitación moños) de donde eran tomadas por sendas manos para llevarlas a destino por la comadre o una de sus hijas.
(Voces del Volga)
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