Municipalidad de Coronel Suarez

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domingo, 2 de junio de 2013

Lo que nunca se dijo… Los Campos de La Muerte de los Aliados: (2ª Parte) La Historia de un Guardia Americano (Descendiente de alemanes de Rusia)...



La única luz en este sombrío panorama llegó una noche cuando fui asignado al puesto en el “cementerio”, de dos a cuatro AM, en realidad, hubo un cementerio en la cuesta arriba de este lado del recinto, no a muchos metros de distancia. Mis superiores habían olvidado de darme una linterna y no me había molestado en preguntar por una, como estaba disgustado con toda la situación de ese momento. Fue una noche bastante brillante, y pronto vi un prisionero que se arrastraba por debajo del alambrado hacia el cementerio. Se suponía que debíamos disparar a cualquier escapista en vista, así que empecé a levantarme del suelo para advertirle para que regresara. De repente me di cuenta que otro preso se arrastraba desde el cementerio de nuevo hacia el alambrado. Arriesgaban sus vidas para llegar al cementerio por algo, tenía que investigar...


Cuando entré en la oscuridad de este matorral, ese arbolado cementerio, me sentía totalmente vulnerable, pero de alguna forma la curiosidad me hacía seguir. A pesar de mi cautela, tropecé con las piernas de alguien en posición inclinada. Tratando de recuperar la compostura de la mente y el cuerpo, pronto me sentí aliviado de no haber disparado accidentalmente. La figura se sentó. Poco a poco, pude ver la hermosa pero aterrorizada mirada de una mujer con una cesta de picnic. Los civiles alemanes no podían alimentar, ni siquiera acercase a los prisioneros, por lo que rápidamente le asegure que aprobaba lo que estaba haciendo, le dije que no tenga miedo, y que me iría del cementerio para no entrometerme…

Lo hice de inmediato y me senté, apoyado contra un árbol al borde del cementerio para parecer distraído y no asustar a los prisioneros. Me imaginé entonces, y todavía lo hago ahora, lo que sería encontrar a una bella mujer con una cesta de picnic, en esas condiciones como prisionero. Nunca olvidaré su rostro…

Eventualmente, más presos se arrastraban de nuevo hacia al alambrado. Vi que arrastraban alimentos para sus compañeros y sólo podía admirar su valor y devoción…


El 8 de mayo, Día VE, tomé la decisión de celebrar con algunos presos que vigilaba el horno donde hacían el pan que de vez en cuando recibían otros presos. Este grupo comió todo el pan que podía, y compartimos el jovial ánimo generado por el final de la guerra…

Todos pensamos que pronto iríamos a casa, una patética esperanza de su parte. Estábamos en lo que sería la zona francesa, donde pronto sería testigo de la brutalidad de los soldados franceses cuando transferimos nuestros prisioneros a ellos para sus campamentos de mano de obra esclava…

Ese día, sin embargo, nos sentimos felices

Como gesto de amistad, vacié mi fusil y lo paré en la esquina, incluso les permití jugar con el a su antojo. Este fondo “rompió el hielo”, y pronto cantábamos canciones que nos habíamos enseñado mis abuelos que eran alemanes de Rusia. o que yo había aprendido en la escuela secundaria.  Por agradecimiento, me hornearon un pequeño pan dulce especial, el único regalo posible que les quedaba por ofrecer, que eran los que habían dejado de ofrecer. Lo guarde en mi chaqueta y volví a mi cuartel, y lo comí en mi privacidad. Jamás había probado un pan tan delicioso, ni sentí un sentido más profundo de la comunión mientras comía…

Poco después, algunos de nuestros débiles y enfermizos presos marcharon con soldados franceses a su campamento. Íbamos en un camión detrás de esta formación. Temporalmente, bajaba la velocidad y paraba, tal vez porque el conductor estaba tan conmocionado como yo. Siempre que un alemán preso cayese o tratara de escapar, lo mataban a culatazos. Los cuerpos eran apartados a la orilla de la carretera para ser recogidos por otro camión. Para muchos, esta muerte rápida podría haber sido preferible para frenar el hambre en nuestros “campos de la muerte”…


Cuando finalmente vi a las mujeres alemanas en el recinto aparte, pregunté el motivo por que se las tenía presas. Me dijeron que eran “seguidoras del campamento” (camp followers) seleccionadas como mujeres reproductoras de la SS para crear una súper raza. Hablé con algunas y debo decir que nunca conocí un grupo más enérgico o atractivo. Ciertamente, pensé que nunca merecieron estar presas.

(continuará)

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