La única luz en este sombrío
panorama llegó una noche cuando fui asignado al puesto en el “cementerio”, de
dos a cuatro AM, en realidad, hubo un cementerio en la cuesta arriba de este
lado del recinto, no a muchos metros de distancia. Mis superiores habían
olvidado de darme una linterna y no me había molestado en preguntar por una,
como estaba disgustado con toda la situación de ese momento. Fue una noche
bastante brillante, y pronto vi un prisionero que se arrastraba por debajo del
alambrado hacia el cementerio. Se suponía que debíamos disparar a cualquier
escapista en vista, así que empecé a levantarme del suelo para advertirle para
que regresara. De repente me di cuenta que otro preso se arrastraba desde el
cementerio de nuevo hacia el alambrado. Arriesgaban sus vidas para llegar al
cementerio por algo, tenía que investigar...
Cuando entré en la oscuridad de
este matorral, ese arbolado cementerio, me sentía totalmente vulnerable, pero
de alguna forma la curiosidad me hacía seguir. A pesar de mi cautela, tropecé
con las piernas de alguien en posición inclinada. Tratando de recuperar la
compostura de la mente y el cuerpo, pronto me sentí aliviado de no haber
disparado accidentalmente. La figura se sentó. Poco a poco, pude ver la hermosa
pero aterrorizada mirada de una mujer con una cesta de picnic. Los civiles
alemanes no podían alimentar, ni siquiera acercase a los prisioneros, por lo
que rápidamente le asegure que aprobaba lo que estaba haciendo, le dije que no
tenga miedo, y que me iría del cementerio para no entrometerme…
Lo hice de inmediato y me senté,
apoyado contra un árbol al borde del cementerio para parecer distraído y no
asustar a los prisioneros. Me imaginé entonces, y todavía lo hago ahora, lo que
sería encontrar a una bella mujer con una cesta de picnic, en esas condiciones
como prisionero. Nunca olvidaré su rostro…
Eventualmente, más presos se
arrastraban de nuevo hacia al alambrado. Vi que arrastraban alimentos para sus
compañeros y sólo podía admirar su valor y devoción…
El 8 de mayo, Día VE, tomé la
decisión de celebrar con algunos presos que vigilaba el horno donde hacían el
pan que de vez en cuando recibían otros presos. Este grupo comió todo el pan
que podía, y compartimos el jovial ánimo generado por el final de la guerra…
Todos pensamos que pronto iríamos
a casa, una patética esperanza de su parte. Estábamos en lo que sería la zona
francesa, donde pronto sería testigo de la brutalidad de los soldados franceses
cuando transferimos nuestros prisioneros a ellos para sus campamentos de mano
de obra esclava…
Ese día, sin embargo, nos sentimos felices
Como gesto de amistad, vacié mi
fusil y lo paré en la esquina, incluso les permití jugar con el a su antojo.
Este fondo “rompió el hielo”, y pronto cantábamos canciones que nos habíamos
enseñado mis abuelos que eran alemanes de Rusia. o que yo había aprendido en la
escuela secundaria. Por agradecimiento,
me hornearon un pequeño pan dulce especial, el único regalo posible que les
quedaba por ofrecer, que eran los que habían dejado de ofrecer. Lo guarde en mi
chaqueta y volví a mi cuartel, y lo comí en mi privacidad. Jamás había probado
un pan tan delicioso, ni sentí un sentido más profundo de la comunión mientras
comía…
Poco después, algunos de nuestros
débiles y enfermizos presos marcharon con soldados franceses a su campamento.
Íbamos en un camión detrás de esta formación. Temporalmente, bajaba la
velocidad y paraba, tal vez porque el conductor estaba tan conmocionado como
yo. Siempre que un alemán preso cayese o tratara de escapar, lo mataban a
culatazos. Los cuerpos eran apartados a la orilla de la carretera para ser
recogidos por otro camión. Para muchos, esta muerte rápida podría haber sido
preferible para frenar el hambre en nuestros “campos de la muerte”…
Cuando finalmente vi a las
mujeres alemanas en el recinto aparte, pregunté el motivo por que se las tenía
presas. Me dijeron que eran “seguidoras del campamento” (camp followers)
seleccionadas como mujeres reproductoras de la SS para crear una súper raza.
Hablé con algunas y debo decir que nunca conocí un grupo más enérgico o atractivo.
Ciertamente, pensé que nunca merecieron estar presas.
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario