Jakob Riffel,
En el libro “Los alemanes de Rusia” de
Jakob Riffel, el autor pone algunos ejemplos de cosas que los alemanes no
conocían cuando salieron de su país y a las que debieron ponerle un nombre. A
la bicicleta la llamaron “Tretwage” (en la Colonia 2 lo llaman schtrampelwagen)
que literalmente significa carro para pedalear y una locomotora fue nombrada
“Feuerwagen” carro de fuego. El avión es “Luftschiff”, barco volador.
En Rusia el grupo no sufrió mucha
influencia del idioma local, aproximadamente 80 palabras fueron las que
incorporaron a sus dialectos. Sin embargo en Argentina, donde la comunidad no
se desarrolló tan aisladamente como en Rusia, fue necesaria la implementación del
castellano para interactuar con las personas locales. No solamente con la
incorporación de palabras sueltas sino a la formación de oraciones completas
para expresarse.
Muchas personas se hicieron mayores
viviendo en Argentina y sin embargo nunca aprendieron a hablar en castellano.
Estas personas consideraban que no era necesario aprender, pues entre ellos se
entendían perfectamente en alemán.
De la misma manera, la mayoría de las
personas que vivieron en las orillas del Volga, nunca aprendieron a hablar en
ruso. Por suerte el gobierno insistió con que los niños en edad escolar hablen,
lean y escriban el idioma nacional. Goethe dice: “Cada provincia ama su
dialecto, pues en verdad es el elemento del cual el alma saca su aliento”.
Y el alemán del Volga tiene un fuerte
apego por su dialecto. Es una de las partes más íntimas de la persona. El
sonido le resulta agradable y en ningún otro idioma uno puede expresarse con
tanta claridad como con el idioma materno. Con una sola palabra se puede
expresar mucho, mientras que para lo mismo, hacen falta frases muy largas en
otros idiomas.
El maestro Fritz
Friedrich “Fritz” Knochenhauer nació el
23 de febrero de 1883 en Alemania. Llegó a la Argentina en 1912 para ocupar el
cargo de maestro en aldea Santa Celia, departamento Gualeguaychú. Dictó clases
en alemán y en castellano.
Los relatos de personas que estuvieron
en su clase y familiares de alumnos de este maestro, no lo favorecen mucho.
Friedrich “Fritz” Knochenhauer
Es descrito como una persona violenta y
autoritaria. En general todos los maestros alemanes eran muy estrictos. Fritz
se había fanatizado con el régimen nazi y demostraba cierto odio hacia los
alemanes de Rusia. La gente de la aldea lo comparaba por su aspecto con Adolfo
Hitler, inclusive llevaba un bigote igual al del Führer.
Los alumnos respetaban mucho a “Fritz”,
pero en realidad lo que sentían era miedo. Sobre su escritorio o empuñándola
siempre, tenía una delgada vara para golpear contra la mesa, el pizarrón o
algún niño al que le costaba aprender.
Una ex alumna, me relató que en una
oportunidad pretendía que un chico pronunciara correctamente la palabra “rueda”
pero al niño le salía decir “róida”. Tantas veces le gritó y exigió al decir
correctamente la palabra hasta que en un ataque de ira tomó al pequeño de su
brazo, lo arrojó al suelo, apoyo un pie sobre el cuerpo y lo golpeó con la vara
muchas veces, a la vez que lo insultaba.
Otro fue el caso de un alumno que
recibió un golpe tan fuerte en la frente que le produjo una lastimadura y tuvo
que volver a su casa antes de finalizar la clase. Los padres jamás se quejaron
del maltrato que recibían los niños en las clases de Knochenhauer ni en las de
ningún otro maestro. Es sabido que algunos padres les daban instrucciones de
pegar a sus hijos para que aprendan.
Los
primeros años de clases en aldea Santa Celia, se daban en el templo, se
colocaba un pizarrón a mitad de la Iglesia de manera que el altar quedaba atrás
y otro pizarrón del lado donde estaba la puerta. Entre los dos pizarrones se
enseñaba. Algunos años Fritz llegó a tener más de cincuenta niños en sus
clases. Irónicamente el apellido alemán Knochenhauer en su traducción literal
al castellano significa “Picador de huesos”.Leandro Hildt*
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