Municipalidad de Coronel Suarez

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Cooperativa Electrica

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lunes, 5 de noviembre de 2012

Welsckan breche… Juntadores de maíz a mano... La Troja.... 3ª parte



La troja (o trojes) era una estructura circular de unos 10 metros de diámetro y otros diez de alto, fabricada con cañas de Guinea o con cañas y chala de plantas de maíz; donde se podían mantener estacionados durante un tiempo las espigas recolectadas. Para hacerla se marcaba el círculo (generalmente perduraba el del año anterior) y bien cercano al mismo se plantaba firmemente el "palo mayor" que medía entre 12 y 14 metros de altura y llevaba una roldana en su extremo superior...


Luego se hacían las paredes circulares de la troja clavando bien, una al lado de la otra, las cañas o las plantas de maíz recogidas del campo que se reforzaban por fuera con anillos de alambre que llamaban "las riendas" y que tenían la medida de la circunferencia de la troja. Estaban hechas con argollas y ganchos para ser desarmadas fácilmente y guardadas para el próximo año, aunque también había quienes las armaban con alambre y torniquetes, con unos 5 centímetros de separación. A medida que la troja se iba llenando y aumentaba en altura, se iban agregando también más cañas o plantas de maíz y riendas para que las paredes se elevaran en concordancia...

La llamada caña de Guinea (conocida como cañaveral) era muy usada porque su medida es de casi cuatro metros, lo que facilitaba el armado de la troja. Aún hoy, en las pocas taperas que sobreviven, producto de la profundización de la política de despoblación y sojización de los campos, en favor del hacinamiento y la pauperización de la población en los grandes centros urbanos, se pueden encontrar sectores donde crecen estas cañas que eran destinadas a variadas aplicaciones, entre ellas la construcción de trojas...


 Las espigas no se colocaban directamente sobre el piso de la troja, sino que previamente éste era cubierto con una capa de chala de unos 50 centímetros de espesor para evitar que las que quedaban en el fondo comenzaran a brotarse por el contacto con la humedad del suelo…

 El palo mayor se mantenía bien erecto, "a plomo", y firme merced a unos gruesos cables de alambre trenzado que bajaban, bien tensos, desde el extremo superior hasta cuatro postes apuntalados a su alrededor, a unos 35 metros de distancia. Con esta estructura se armaba el mecanismo de carga de la troja, una especie de funicular cuyo riel era un grueso cable tendido desde la punta del palo mayor hasta una estaca clavada en la tierra…

El transportador de las espigas era un recipiente conocido como "el carrito" que tenía dos roldanas en la parte superior y una compuerta en la parte inferior con una argolla para atar una soga. El carrito se colocaba colgando de sus dos roldanas sobre el cable-riel de manera que circulara fácilmente sobre él y se le ataba de frente, mirando al palo mayor, una soga de unos 40 metros de longitud cuyo extremo, después de pasar por la alta roldana del palo mayor, se ataba a la cincha de un caballo. Los peones cargaban las espigas en el carrito y el jinete, desde la otra punta, comenzaba a avanzar haciendo subir el carrito hasta estar bien sobre el centro de la troja…

Al llegar allí un mecanismo constituido por otra soga hacía que ésta se tensara y que se abriera la compuerta del carrito, descargando el maíz en la troja. Luego, jinete y caballo retrocedían, el carrito bajaba mientras el mecanismo de la segunda soga cerraba la compuerta. El carrito quedaba al pie de la chata rastrojera para repetir esta labor una y otra vez hasta terminar con las cargas que llegaban en las chatas...

 Si la cosecha había sido muy rendidora y la troja no alcanzaba para todas las espigas recolectadas, se marcaba una nueva y se trasladaban a ésta los mecanismos utilizados en la anterior…


 Terminada esta tarea las trojas quedaban al aguardo de la desgranadora, una máquina que se situaba cerca de las mismas. Se realizaba una abertura en la base se la troja, sin cortar los alambres y se le arrimaba la noria, un mecanismo con una cinta sin fin que arrastraba los choclos hasta la máquina…

Por un efecto de embudo, al chuparse por debajo las espigas, se producía simultáneamente un gran agujero en el centro de la troja que, indefectiblemente la haría inclinar y caerse. Para evitar esto, dos peones se situaban encima de la troja manejando un gran rastrillo horizontal, "el peine", que estaba atado por un cable de acero a un malacate de enrollamientos manejado por el "palanquero" de la desgranadora. Los peones clavaban el peine en las espigas acumuladas y el palanquero accionaba el embrague que recogía, enrollándolo, el cable del peine que de esta manera arrastraba los choclos hacia el agujero rellenándolo de continuo. Inmediatamente libraba el cable para que los peones de arriba de la troja lo clavaran nuevamente para repetir el trabajo…

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