Quizás su nombre, aún hoy día, sea desconocido para muchas personas, pero todos aquellos alemanes y sus descendientes, que como yo una vez tuvieron la oportunidad de ser huéspedes del Hogar Funke, no olvidarán el nombre de su protector y benefactor.
Ellos podían pasear sin preocupaciones por el hermoso parque, con vista hacia la Sierra de la Ventana, y disfrutar, en compañía de otros paisanos y amigos alemanes, de muy buena comida y excelente atención.Todos los que hemos hojeado el libro de huéspedes del hogar, nos detuvimos en leer escritos que expresaban el agradecimiento de muchos visitantes.
Las expresiones espontáneas de los huéspedes, muchas veces formuladas en forma de rima, expresaban la alegría de aquellas personas que nunca hubieran podido tener acceso a vacaciones, y por eso ensalzaban al benefactor de distintas maneras.
Rudolf Funke vivió en la Argentina desde 1877 y hacia fines de siglo se estableció en las cercanías de Sierra de la Ventana para dedicarse a la agricultura.
A través de una administración prudente logró ampliar sus propiedades, mediante la compra de más tierras. Su creciente prosperidad no lo encegueció y le permitió ver la otra cara de la moneda de estas "décadas de oro" del rasante desarrollo argentino: el vio que dentro de la colonia alemana, al lado de los exitosos había algunos a los que les costaba mucho progresar o que en la enfermedad y en la vejez conocieron la pobreza.
Por eso, ya en 1916 Rudolf Funke empezó a madurar la idea de una fundación para ayudar a aquellas personas a las cuales la suerte les había sido adversa. Con la ayuda de su abogado y los consejos de muchos amigos su proyecto empezó a tomar forma.
Residencia de vacaciones para necesitados
Después del fallecimiento de Funke todos sus bienes debían pasar a una fundación de beneficencia que llevaría su nombre. Para la disposición testamentaria se debieron establecer reglamentos para proteger a la obra de avatares, tanto políticos como económicos
La idea básica de la Fundación Funke fue que los ingresos generados por la "Estancia Cerro Naposta Grande" debían garantizar el funcionamiento de una residencia de vacaciones para familias necesitadas de origen alemán. Los huéspedes debían ser alojados en la residencia de la estancia. ¡Cuán noble gesto!
Como organismo de vigilancia se nombró un consejo de administración integrado por representantes de instituciones alemanas. La intención del donante era que estas instituciones, a través de representantes responsables, garantizaran el fiel cumplimiento del testamento.
Lugar de peregrinación de la colonia alemana
Este edificio, me refiero a la residencia para huéspedes de la estancia, por disposición testamentaria, se convirtió en albergue de vacaciones para personas de origen alemán, inaugurándose el 16 de noviembre de 1940.-.
Pronto se divulgó la existencia de semejante institución, ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires. La estadía gratuita era algo único y contribuyó a que, con los años, el Hogar Funke se convirtiera en un símbolo de asistencia social para la colonia alemana.
Los huéspedes eran alojados y alimentados en forma totalmente gratuita durante tres semanas. Como única contraprestación se les pedía, de ser posible, dos horas de trabajo durante la mañana. Las mujeres ayudaban en la cocina, en el patio y en los cuartos. Los hombres trabajaban en el jardín o hacían pequeños arreglos. A continuación se les ofrecía un vaso de leche del tambo.
Los huéspedes con habilidades para distintos trabajos a veces permanecían durante varias semanas, sobre todo en el invierno, para podar árboles frutales, plantar verdura, cuidar a las abejas o para realizar trabajos de carpintería y albañilería.
Cada semana un tercio de los visitantes se retiraba a sus casas y el ómnibus del hogar buscaba un grupo nuevo en la estación Tornquist. De esta manera el recambio de huéspedes tenía lugar sin ningún obstáculo. Los recién llegados eran informados por los que ya estaban, sobre las costumbres del hogar.
Además de comida abundante los huéspedes tienen a su disposición una biblioteca con 2500 ejemplares, una sala de lectura con diarios y revistas, un equipo de stereo con una importante colección de discos, oportunidad para practicar deportes y juegos como ping-pong, cricket, bolos y bochas…
Se pueden realizar paseos por el hermoso parque de 40 ha., por la montaña o bañarse en el arroyo. Todo esto, y desde un principio, solo era posible por el funcionamiento de la estancia. El hogar, en los primeros tiempos estaba abierto durante once meses al año, y siempre muy concurrido.
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Escrito por Eva Barbara Schmidt
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