Hoy después de algún tiempo quise escribir algo, pero la verdad no se me ocurría nada hasta que pensé, por qué no algo relacionado con lo cotidiano, con lo que generalmente nos pasa a muchos, y me surgió un tema que muchas veces dejamos de lado y es “lo pequeño” y “lo breve” en nuestras vidas.
Por ejemplo, uno de los vínculos que más nos acercan a los demás dándonos infinita satisfacción, son los gestos, la sonrisa, la mirada cálida, la mano rozando el brazo de la otra persona y todo lo que le haga sentir que estamos cerca; y ni hablar de que no hay mejor entendimiento que el de la mirada, ni mejor palabra que la que es entendida sin ella misma.Pero, lamentablemente expresamos muy poco nuestros sentimientos, los dejamos de lado todo el día, incluso nos empeñamos en ocultarlos por temor a que hagan un mal uso de ellos los mal pensados o los malas ondas.
Se derrocha frialdad y se regatea afecto; se regalan desaires y se malgastan palabras que suenan mal con demasiada ligereza.
Estamos dispuestos con rapidez para la pelea, la bronca, al enfrentamiento de palabras y al golpe traicionero con tal de quedar por encima del otro.
Todo vale, todo se licita, todo parece caer en lo permisible si esto nos hace ganar…
Pero no nos damos cuenta que la mejor batalla ganada es la de la conducta, el equilibrio y la armonía interna, difícil de entender para muchos…
Para ser grandes en la vida debemos aprender a ser más humildes y usar con más frecuencia lo “pequeño” y lo “breve” que tan carentes estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario