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lunes, 30 de enero de 2012

4ª parte de las Memorias de Emilie Pelzl de Schindler...La otra cara de la lista de Schindler...


Oskar siempre prefirió los negocios al trabajo duro y siguió orientando su vida de acuerdo a sus preferencias. Fue gerente de ventas de una compañía electrónica en Moravia, con sede en Brno, pero, por intermedio de unos amigos y de una de sus tantas amigas, conoció después a Eberhard Gebauer, oficial de la Abwehr, Servicio de Inteligencia del Almirante Canaris. Gebauer le ofreció la oportunidad de colaborar en la sección extranjera de la Abwehr.

Los frecuentes viajes de Oskar a Polonia y a la alta Silesia, donde tenía clientes, le permitían dar información valiosa de la zona; podía observar instalaciones militares de la región y obtener información de los alemanes residentes en Polonia, a los que conocía en los restaurantes, bares y negocios que frecuentaba.


Después que Polonia fuera invadida por Hitler, Oskar vio la oportunidad de poner allí una fábrica de esmaltados, en Cracovia. El había tenido experiencia con máquinas agrícolas y estaba familiarizado con las prensas de vapor. Su producción iba a ser comprada por la Inspección de Armamentos, debido a las buenas relaciones de Oskar con la SS. Con un nivel de producción aceptable pudo seleccionar después a trabajadores especializados judíos. No les pagaba el sueldo y a cambio de ello depositaba el dinero en las oficinas de la SS; además contribuía, sin habérselo propuesto la vida de muchos que estaban destinados a morir en el gueto o, más tarde, cuando fueron haciéndose cada vez más duras las persecuciones, en los campos de exterminio.

La fábrica de Oskar Schindler se llamó Deutsche Email Fabrik. A medida que iban evacuando judíos a Cracovia, la fábrica se iba llenando de obreros especializados; para Oskar era un buen negocio y para los judíos una manera de seguir con vida. Mientras mi marido estaba en Cracovia yo vivía en Marysh Trübau, donde teníamos un departamento que nos pagaba el ejército. Pero él no estaba solo y la gente siempre se encargaba de contarme las historias amorosas que Oskar nada hacía por esconder.

En esa época una de sus amantes, la que figura en el libro “La lista Schindler” como Ingrid y cuyo verdadero nombre no quiero revelar, vivía con él en el departamento de la calle Straszewskiego. Sus ventanas daban al Planty, una sucesión de parques que seguía en contorno de las viejas murallas, cerca de la fortaleza de Wawel. Era bastante lujoso; Oskar se lo había comprado a unos judíos de mucho dinero, se notaba en los jarrones de porcelana, en las alfombras persas, en los tapices y los cortinajes lujosos.

La fábrica estaba en la calle Lipowa Nº 4; para llegar allí había que atravesar el gueto y muchas veces Oskar vio el espectáculo siniestro de los SS matando mujeres y niños con la impunidad que crecía todos los días.

Muchas veces fui a visitarlo. Cada vez que yo llegaba, las amantes desaparecían de la escena, pero yo sabía lo que pasaba y hasta las conocía. Ingrid no era la única, también estaba Victoria Klonowska, más tarde Hanna. Oskar no era ningún tonto y no sólo buscaba en las mujeres un momento de diversión; si Ingrid lo ayudó por su manejo del polaco, Victoria le sirvió de contacto y ayudó a liberarlo cada vez que lo metieron preso.

La primera vez fue en 1941, cuando los hombres de la Gestapo bloquearon la entrada de la fábrica con su Mercedes Benz; alguien había denunciado las ventas que Oskar hacía en el mercado negro, un tipo de negocio regular y necesario en la época para subsistir. A pesar de las fiestas a las que Oskar invitaba y los regalos que repartía a la gente del gobierno, fue nuevamente arrestado en abril de 1942 por haber besado a una judía; había infligido la Ley de Raza y Recolonización. En poco tiempo fue puesto en libertad, su habilidad para los contactos era especial.

(continuará)

Foto1: Emilie Schindler. “El mundo estaba cambiando bajo la sombra de Hitler y se olía en el ambiente. Mi mundo también”

Foto 2: Oskar Schindler. No fue un santo, sino un aventurero que quería enriquecerse con la guerra. Al final se convirtió en un hombre que sacrificó toda su fortuna para salvar la vida a todos los judíos cuyos nombres había relacionado en una lista. La gloriosa “Lista de Schindler”

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