El depurativo o purgante o cualquiera de los eufemismos usados a partir del laxante, tales como catártico, regulador, depurativos, etcétera, ocuparon tiempos ha, buena parte de los diálogos entre madre-hijo, provocando en los infantes tales confusiones que nunca sabían qué hacer, ni cuándo, ni cuánto. Parece que siempre fue así, pero algo cambió con la supresión del sortilegio conocido como purga
Los ingleses agruparon las pócimas purificadoras en dos grupos, según poder de fuego. Uno, los laxantes: aceites minerales, sales de frutas, infusiones, etc. Y dos, los depurativos: que alineaban desde la vandálica sal inglesa hasta el nauseabundo aceite castor...
Con complicidad médica o sin ella, los laxantes o depurativos se apoyaban en un fulminante decreto materno. La parte resolutiva era cosa así: “Mañana no me va al colegio, se me queda en cama y se me purga”. Algunos niños eran purificados hasta mensualmente, pero al fin del día de purga podía padecerse de efeméride móvil a la que, al menos una vez al año, también honraban los mayores. Por lo general era al principio del equinoccio propicio para estallidos y desahogos. Había hogares sanitariamente en los que la ceremonia era incluso colectiva: se elegía un feriado y la mamá vigilaba desde el alba el estricto ayuno del grupo...
El odio a los lípidos del ricino era unánime, toda criatura normal apretaba los labios y luchaba bravamente para rechazarlos. El vitamínico aceite de hígado de bacalao supo ser ofensa cotidiana para millones de criaturas y casi tan horrible. Eran violencias asumidas desde la primera infancia, aunque el purgante, como la escandalosa enema, dejaba lesiones en el orgullo de cada uno. Madre y médicos debieron irse allanando a recursos menos infernales, por ejemplo, la leche de magnesia, con indeseable gusto a talco...
Y hubo un astuto depurativo llamado limonada ‘Rogé’, que pretendía seducir disfrazada de refresco. Aquel citrato de magnesia disuelto en agua azucarada. Invención de un boticario, ¿francés o catalán? Quienquiera que fuese pasó dignamente a la historia por salvar niños condenados a sales, leches u óleos más rotundos. Conste sí, que su falsa limonada no era una golosina: tragarse un cuarto litro equivalía a beberse el mar, y no por aquel color turquesa escapado de una pintura cursi. A cucharadas, el jarabito sabía feísimo; bebido frío y de un vaso, era cuestión de cerrar los ojos y no pensar. La ‘Roge’ se esfumó de la memoria colectiva sin merecer siquiera un tango...
Los purgantes en general fueron abolidos por la pediatría y por la psicología. A la par, mermaron los casos de pancitas agudas que los depurativos solían desencadenar. Ahora tenemos laxantes suaves, tenues leches vegetales, discretos extractos biliares. Es cierto, aunque los expurgados nunca dejaremos de esperar de cualquier medicamento de última generación, aún incoloro e insípido, cierta crueldad drástica y purificadora, siquiera algún efecto secundario como prueba de expiación que, claro, no es cosa del cuerpo.
Epígrafes Fotos...
1) Para colmo de males, el excusado (Nuschnik) estaba ubicado a unos cuantos metros de la casa
2) Mientras que ahora, hay suaves laxantes a gusto de cada uno, que sepuede ir de cuerpo tranquilamente... leyendo el diario
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