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miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Realmente existió la Pulpera de la Parroquia de Santa Lucia?


Héctor… Podés averiguar si la pulpera de Santa Lucía, existió. En caso afirmativo, alguna historia de su vida. Saludos Jorge Robert. Complaciendo al amigo Jorge Robert, he tratado de investigar entre los muchos escritos que hay sobre el tema

Ante todo y como es mi costumbre trate de imaginarla, pudo tener mil caras pero la  canción se refiere a  que era rubia y de ojos celestes. Seguramente tenía muchos atributos más que hacían que los parroquianos se llegaran hasta la Pulpería…
 

Por costumbre en esos años, hablemos de 1840 en adelante el oficio de pulpero estaba reservado a los hombres, digamos que por un tema de manejo y relación con los concurrentes, guitarreros, arrieros, gauchos solitarios, perseguidos, jugadores y en general gente solitaria…

En más de una ocasión fue muerto el dueño del boliche o había peleas por dinero o copas en su interior…

Bueno sin alejarme de la consulta de Jorge, les diré que los pulperos también tenían su familia, esposa e hijos y si bien las hijas no estaban visibles en el local se supo de casos en el cual algún pretendiente saltó la tranquera…

En los relatos que voy a adjuntar, se habla y describe a una mujer que seguramente existió, ya que se cita el nombre y apellido de ella...

Hay muchos personajes increíbles, que van  enriqueciendo la historia de los pueblos y que por transmisión oral, han quedado guardados en la memoria de los porteños, pero una de las más famosas, fue la de la “hermosa pulpera de ojos celestes de Barracas”, que con sus encantos atraía a todos los soldados de los cuarteles del restaurador...

No sabemos a ciencia cierta si fue una anécdota o si realmente existió, pero investigando en la literatura sobre el tema, encuentro un libro de Gerardo Bra, “La Pulpera de Santa Lucía” donde vierte un conjunto de datos históricos de la vida de la famosa pulpera. La denomina, Ramona Bustos y esto coincide con los datos del historiador de Barracas Enrique Horacio Puccia.

El periodista León Bouché, en su libro “Pulperías, mojón civilizador” nos cuenta que Flora Balderrama, propietaria de la legendaria pulpería, en su juventud había sido cocinera de una adinerada familia de la elite porteña y que el  dueño de casa, el  señor Bustos unitario y  ex-secretario de Rivadavia, estuvo perseguido por la mazorca   y  tuvo que huir a la Banda Oriental, seguido por su fiel sirviente, el mulato Pastor Valderrama, esposo de Flora.

En el año 1836 la parda Flora con el dinero que le dejó el Sr. Bustos, instaló la pulpería en la  calle Larga (actual Avenida Montes de Oca) y la muchacha atendía a los parroquianos que asistían a la pulpería, despertando el amor de varios mazorqueros y payadores.

 

Cuenta que la “rubia del saladero” en realidad se llamaba Ramona Bustos y era hija del fugitivo unitario, que como era viudo le encargó la niña a su fiel servidora Flora para que la cuidase hasta su regreso de la Banda Oriental cuando las persecuciones políticas se aplacaran, pero nunca regresó, no se sabe que ocurrió después de su huída...

Los historiadores concuerdan en otros detalles, como que un tal Miranda, un unitario, mozo poeta y guitarrero, asiduo visitante de la pulpería se había enamorado perdidamente de Ramona y una noche se la llevó con él…

Bouché afirma que fue en el mes de Abril del año 1840, cuando en Buenos Aires los mazorqueros de Rosas, persiguieron en forma masiva a todos los unitarios.

Se supone que huyeron a la Banda Oriental por dos razones, primero porque el padre de Ramona se encontraba exiliado allí y segundo porque la proximidad de la pulpería al Rio de la Plata haría factible que ellos se embarcaran en sus costas rumbo al hoy Uruguay. Ya que a la pareja les resultó mucho más fácil embarcarse en el cercano Riachuelo o en el Río de La Plata, desde el momento que la legendaria pulpería se encontraba sólo a diez cuadras de sus costas para escaparse de los mazorqueros.

Ignacio Corsini llevó al disco el vals “La pulpera de Santa Lucía” escrita por Bloomberg y Maciel el 22 de Abril de 1929, sin sospechar que esta pieza sería tan famosa durante tantos años.


Era rubia y sus ojos celestes

reflejaban la gloria del día

y cantaba como una calandria

la pulpera de Santa Lucía.

Era flor de la vieja parroquia

¿quién fue el gaucho que no la quería?

Los soldados de cuatro cuarteles

suspiraban en la pulpería.

Le cantó el payador mazorquero

con un dulce gemir de vihuelas.

En la reja que olía a jazmines

en el patio que olía a diamelas:

“Con el alma te quiero, pulpera

y algún día tendrás que ser mía”,

mientras llenan las noches del barrio

las guitarras de Santa Lucía.

La llevó un payador de Lavalle

cuando el año cuarenta moría;

ya no alumbran sus ojos celestes

la parroquia de Santa Lucía.

No volvieron los trompas de Rosas

a cantarle vidalas y cielos;

en la reja de la pulpería

los jazmines lloraban de celos.

Y volvió el payador mazorquero

a cantar en el patio vacío

la doliente y postrer serenata

que llevábase el viento del río:

“¿Dónde estás con tus ojos celestes

oh pulpera que no fuiste mía?

¡Cómo lloran por ti las guitarras,

las guitarras de Santa Lucía!”.

.

Más tarde Corsini grabó en 1932  “El payador de San Telmo” del autor José Lojo, que es claramente la segunda parte de “La pulpera de Santa Lucía”.

Bloomberg editó una serie de novelas cortas, para contar la verdadera historia de su famosa pulpera “rubia de ojos celestes”.

Gracias a ello hoy podemos conocer los pormenores de esta enigmática mujer de Barracas.


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