Desde que
tenemos uso de razón intentamos ser
felices. Buscamos caminos y medios, soñamos con tantos proyectos... Pero
hay que respetar una escala de valores desterrando ocurrencias y caprichos...
Como escribió Quevedo: “El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto,
tendrá muchos disgustos”.
La
propuesta es aceptar cada día así como viene, porque “vivir es nacer a cada
instante” (Fromm). Hay que mantener el equilibrio en medio de las sorpresas que
afectan la existencia propia y de los seres queridos. Un pensamiento de Maurois
nos anima: “El secreto de mi felicidad es tratar las catástrofes como molestias
y no las molestias como catástrofes”.
Saber
elegir
Para ser
feliz hay que saber elegir amigos que acompañen y ayuden a sobrellevar las
cruces y a quitar esas piedras que asoman en el camino. Amigos que animen y
enjuguen lágrimas. Según el proverbio irlandés, “las lágrimas derramadas son
amargas, pero más amargas son las que no se derraman”.
La
verdadera felicidad se construye sobre la base de la justicia y el fiel
cumplimiento de las obligaciones, teniendo en cuenta que “el hombre justo y
honrado es aquel que mide sus derechos con el metro de sus deberes”
(Lacordaire).
Nuestro
paso por la historia nos conduce con frecuencia al tema de la muerte, tema que
impresiona, conmueve y parece que destruye o atenta contra la felicidad. Thomas
Mann aconseja: “Medita sobre la muerte y sé amigo de la vida”, también de la
vida no nacida aún, como un día otros respetaron la nuestra...
Ser
optimista
Para ser
feliz hay que ser paciente, saber esperar y respetar los tiempos. Según un
aforismo persa “la paciencia es un árbol de raíz amarga, pero que da frutos muy
dulces”.
En el
Sermón del Monte, Cristo proclamó esta bienaventuranza: “felices los pacientes,
porque recibirán la tierra en herencia”.
Ser
optimistas es una de las columnas que vigoriza la felicidad. Como personas
guiadas por la esperanza, pensemos cuánto bien podemos hacer animando y
comprometiéndonos con nuestros hermanos de camino.
¿Es posible
ser feliz en este mundo? Pemán nos ofrece esta respuesta: “No voy de la gloria
en pos ni torpe ambición me afana; y al nacer cada mañana, tan sólo le pido a
Dios: casa limpia en que albergar, pan tierno para comer, un libro para leer y
un Cristo para rezar”.
A pesar de
todas las pruebas que tiene la vida podemos ser felices y hacer felices a
muchos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario