Hay personas que llegan a limitar su vida cotidiana; por qué
sucede y quiénes están más expuestos
El entorno nos amenaza. Asesinato aquí y allá, robos, catástrofes naturales y provocadas. Es el margen de mundo que no cae bajo nuestro control...y nos desespera. Unos más y otros menos, buscamos tomar las riendas. Entonces aparecen las supersticiones y las cábalas para ponerle fin al caos.
Hasta
quien se declara valiente como para pasar debajo de una escalera, insiste en
brindar mirándose a los ojos para evitar la maldición de los 7 años de mal sexo
y jamás apoyaría la cartera en el suelo. Usa una bombacha rosa en Año Nuevo y
se levanta el 1° de enero con el pie derecho.
Hay un margen de mundo que no
cae bajo nuestro control... y nos desespera Están los que llevan la pulserita roja en la muñeca, los
que cada vez que viajan repiten la misma oración y los que el viernes o martes
13 no viajan ni obligados. Pero hay algunos que van más allá de estas
estrategias y que incluso ven limitada su vida diaria
La etimología del término «superstición»
corresponde al verbo latino super-stare(‘permanecer sobre’, que
para los romanos tenía el sentido figurado de «ser testigo» o «sobrevivir»). De
acuerdo con Cicerón, y después Isidoro de Sevilla, la idea de trascender y
perpetuarse a través de la realización constante de rituales subyacía en el uso
de esta palabra. Y más concretamente al deseo de no ver morir a la propia
descendencia:
Por otra parte, en la antigua Roma los adivinos eran calificados
frecuentemente como superstitiosus,
lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente
peyorativa. Pero a veces sí se dio un sentido desfavorable a la palabra y las
acciones que designaba, entendidas como una manifestación exagerada, y por
tanto superflua y desordenada, de religiosidad. Esta idea resulta más
comprensible si se considera que religio,
la religión, significaba precisamente lo contrario para los romanos. Según el
mismo Cicerón, religio viene
de re-legere (‘reagrupar, ordenar’). Por lo mismo,
dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas,
una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser
entendido como un defecto. Para
los romanos, el supersticioso podía llegar a ser o bien un tartufo o una persona afectadamente
religiosa.
Cruzar los dedos
Cuando se formula un deseo, se dice una mentira o se encuentra uno ante
un peligro, es costumbre cruzarlos dedos, concretamente el mayor sobre el
índice. El gesto, que evoca una cruz, conjura la mala suerte y aleja las
influencias maléficas, según los supersticiosos. Desde los primeros tiempos del
cristianismo se creía que, replegando el pulgar bajo los otros dedos, se
alejaba a los fantasmas y malos espíritus, o bien haciendo esa operación con
las dos manos y dejando que el pulgar asome entre el índice, dedo consagrado a
Júpiter, y el mayor, dedo del pecado dedicado a Saturno. No obstante, algunos
autores piensan que, aunque el simbolismo de la santa cruz en este gesto
resulta obvio, el origen primero es mucho más primitivo que la cruz cristiana y
se remonta a los más antiguos tiempos paganos.
Cruzar los dedos de uno es un gesto de mano de uso general para la buena
suerte. Lo cual tiene sentido, ya que fue utilizado durante la antigua
persecución cristiana por los creyentes para identificar otros creyentes como
un signo de la paz. Hoy, sin embargo,
esto ha evolucionado para excusar la narración de una mentira blanca, que
pueden tener su origen en la creencia de que el poder de la cruz cristiana
puede salvar a una persona de ser enviado al infierno por decir una mentira.
Antes de la era cristiana, existía la costumbre que dos personas enlazaran
sus dedos índices formando una cruz para expresar un deseo; una apoyaba a la
otra mentalmente para que éste se cumpliera. La cruz, en la era precristiana,
siempre ha sido el símbolo de la perfección y en su unión residían los
espíritus benéficos. La costumbre se ha ido simplificando hasta nuestros días,
donde se da por valido con cruzar dos dedos de una mano.
Poner la mano delante de la boca
b
ostezar
El gesto actual de taparse la boca cuando bostezamos no obedece
sencillamente a la intención de guardar las formas, esconder la dentadura o el
deseo de no difundir los gérmenes, sino que tiene un significado más profundo.
En el libro Superstitions oÍ Ireland, de Sperenza Wilde se puede leer
que hacer la señal de la cruz delante de la boca al bostezar impedía que el
diablo se introdujese en el cuerpo y estableciera en él su morada. Es por esta
razón por lo que las madres cerraban la boca del bebé o hacían la señal de la
cruz delante de ella cuando lo veían bostezar. De esta costumbre ancestral
deriva el gesto actual de taparse la boca.
Proviene de la costumbre de hacer la señal de la cruz sobre la boca
abierta, para evitar que se metiera el demonio, debido al dicho popular:
"por puerta abierta, el Diablo se cuela". También se pensaba que en
una de esas exhalaciones se podía escapar el alma."
(Continuará)
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