- ¿Qué pasó en Rusia para que
grupos étnicos, como el alemán, se hallaran de repente en un clima cultural hostil,
provocando que muchos decidieran salir de ese país?
René Krüger:- La situación y
también la política étnico-cultural europea tienen algunas diferencias bastante
tajantes con respecto a la latinoamericana. A nivel jurídico, la mayor
diferencia consiste en la vigencia del ius sanguinis (“derecho
de sangre”), un concepto legal que establece que una persona obtiene la
nacionalidad o ciudadanía de sus padres por el hecho de su filiación. Para la
ley alemana, el hijo (biológico o adoptivo) de un alemán o una alemana es
alemán, aunque haya nacido en Turquía, Rusia, Argentina o Vietnam. En cambio,
en los países latinoamericanos vale el ius solis (“derecho del
suelo”), que establece que una persona nacida en territorio argentino (para
poner un ejemplo) tiene la nacionalidad argentina.
Esto produce muchas situaciones
cruzadas. Muchos tenemos doble nacionalidad: la argentina y la del país del
padre o de la madre de Europa. Pero también son frecuentes los casos “al
revés”: hijo de padre alemán y madre argentina, nacido en Alemania, alemán por
el ius sanguinis, pero que solicita también la nacionalidad
argentina por su madre. Aunque existen países que reconocen constitucionalmente
ambos derechos. La terminología es levemente diferente en Rusia, lo cual causa
confusión al principio. La ciudadanía de quienes nacieron en territorio ruso
zarista es rusa, por eso los alemanes del Volga llegaron con pasaporte ruso a
la argentina y figuran aquí como inmigrantes rusos. Pero Rusia (y luego también
la URSS) distinguía entre la ciudadanía y la “nacionalidad” (este es el término
que causa confusión), diciendo “ciudadanos rusos de nacionalidad alemana”. Bajo
“nacionalidad” entendían el origen étnico-cultural. Así hay ciudadanos rusos de
“nacionalidad” alemana, armenia, finlandesa, ucraniana, etc. Los alemanes de
Rusia siempre se mostraron muy leales a su país y se consideraban ciudadanos
rusos; pero su progreso económico, social, cultural y espiritual produjo mucha
envidia de parte de otras poblaciones y de los mismos rusos, que eran mayoría
en ese territorio; y en esta envidia radica una de las causas por las cuales el
gobierno zarista comenzó a presionar tanto con su política de rusificación
acelerada y forzosa. Desde 1870 en adelante el gobierno zarista comenzó a
implementar esa política, quitándoles los derechos concedidos tiempo atrás
tanto a los alemanes que se habían asentado en el vasto territorio como también
a otros grupos étnico-culturales. A los alemanes les afectaron varios factores:
el servicio militar obligatorio de varios años, el avance del idioma ruso sobre
las escuelas, medidas administrativas; pero también la falta de tierras para la
agricultura debido a la expansión de la población. Se agregaron algunos
factores puntuales como pésimas cosechas en esos años. El conjunto de estas
causas motivó a muchos alemanes en Rusia a ir tras nuevos horizontes en busca
de trabajo, pan y paz. A las problemáticas señaladas también hay que agregarle
luego la Primera Guerra Mundial, que caldeó los ánimos rusos contra todo lo
alemán, dentro y fuera de sus fronteras. Los alemanes en Rusia se convirtieron
en objeto de desprecio, odio, rencores y persecuciones, lo cual se incrementó
al infinito con la Segunda Guerra Mundial. No hay que olvidar que ambas Guerras
Mundiales partieron del suelo alemán.
El sufrimiento de los que se quedaron
- Su conferencia giró alrededor
de los alemanes que se quedaron en Rusia, en lugar de emigrar. ¿No lo hicieron
porque no quisieron o porque no pudieron?
- No fue la mayoría la que emigró
a los Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y también a Alemania. A pesar
de que hasta comienzos del siglo XX las fronteras estaban abiertas para la
emigración, la gran mayoría optó por quedarse en Rusia. Era su patria. Allí
habían nacido, se habían formado, tenían sus campos y establecimientos,
escuelas e iglesias. Allí tenían a sus extensas familias y todas sus amistades.
No es fácil desprenderse de un día para el otro de todas las relaciones humanas
y materiales construidas durante décadas.
- Finalmente, ¿qué fue de ellos y
de sus aldeas?
- Poco antes de la revolución
bolchevique, el zarismo tomó medidas muy drásticas contra las colonias
alemanas. El gobierno revolucionario parecía traer algunos alivios, pero luego
vino la gran hambruna de comienzos de los años veinte que mató a miles y miles
de personas en la región del Volga y en otras partes del territorio ruso. El
resultado de esta carestía y de las enfermedades subsiguientes como cólera,
tifus y malaria fue la muerte de una tercera parte de los alemanes del Volga.
Ante este panorama trágico, 80.000 alemanes del Volga optaron por fugarse a
regiones asiáticas de Rusia y a Alemania. Ya bajo el comunismo, fue impuesta
una colectivización obligatoria al agro. Las aldeas alemanas del Volga formaron
una región autónoma, y el 6 de enero de 1924 se constituyó la República
Autónoma Socialista Soviética de los Alemanes del Volga. Esta República
abarcaba la mayor parte del compacto geográfico y cultural alemán del Volga,
pero no era totalmente idéntica con el mismo. Su capital fue la ciudad de
Pokrovsk, que en 1931 pasó a llamarse Engels. En los años treinta, se agudizó
el proceso de rusificación forzosa, se proclamó el ateísmo estatal, se reprimió
toda manifestación de la vida religiosa, se expropiaron las iglesias evangélicas
y católicas y fueron fusilados pastores evangélicos, sacerdotes católicos y
también ortodoxos. En muchos lugares, también fueron fusilados los miembros de
las comisiones directivas de las congregaciones. La iglesia prácticamente murió
como institución, pero la fe sobrevivió en círculos pequeños y en las familias,
que alimentaban su religiosidad con la Biblia, himnarios y libros de oraciones.
Estos libros circulaban frecuentemente copiados a mano, como mucha literatura
en la URSS. La República Autónoma duró hasta el 28 de agosto 1941, año en que
fue liquidada por el decreto del Soviet Supremo bajo la autoridad de Stalin con
la acusación de que los alemanes eran espías y colaboracionistas de Hitler. Un
tercio de los alemanes fue fusilado y casi todos los demás fueron deportados a
Siberia y a Kazajstán, quitándoseles los derechos civiles y obligándoselos a
una modalidad militarizada de trabajo forzado, la Trudarmía, que llevó a miles
de hombres y mujeres a la muerte. Esta fue una de las consecuencias del asalto
de Hitler a la URSS, a pesar del pacto de no agresión firmado con Stalin poco
antes. Stalin reprimió asimismo a otros pueblos e hizo fusilar a muchos de sus
propios camaradas del partido para hacerse con todo el poder. También cometió
el exterminio de siete millones de ucranianos mediante una hambruna provocada
que la historia conoce como “Holodomor”. Una vez muerto el dictador absoluto e
iniciado un proceso de desestalinización, en 1964 el gobierno soviético
reconoció que los alemanes de Rusia no habían sido saboteadores, pero el daño
ya estaba hecho. Además, había impedimentos para volver a las aldeas del Volga,
ocupadas mientras tanto por rusos, y los alemanes nunca fueron indemnizados por
sus pérdidas y sufrimientos. Con la Perestroika de Gorbachov, muchos pudieron
abandonar la URSS. En los años noventa, una vez terminado el comunismo, más de
dos millones de alemanes de Rusia emigraron a Alemania, cerrando así un largo
ciclo de 230 años de historia fuera de su patria de origen. En las aldeas del
Volga que durante 170 años fueron alemanas, no hay más alemanes, salvo
rarísimas excepciones.
- El estalinismo, ¿representaba
un nacionalismo ruso extremo o su perversidad estaba ligada a su credo
comunista?
- Si bien la URSS mantuvo el
principio de la doble identidad de sus diversos núcleos poblacionales
(ciudadanía rusa, ahora soviética; y “nacionalidad” como designación del origen
y la identidad étnico-cultural), la presión sobre los diversos grupos fue
horrible. Stalin organizó expropiaciones y deportaciones masivas no solo de
todos los alemanes del Volga, sino de numerosas poblaciones y de los mismísimos
rusos. Millones fueron arrancados de sus terruños y trasladados a zonas
totalmente inhóspitas y a campos de trabajo forzado bajo régimen carcelario y
militar. Fueron explotados como esclavos casi gratuitos, ya que recibían una
alimentación totalmente deficiente, y así también murieron de a millones.
Juntamente con alemanes, sufrieron esas represiones ciudadanos rusos
finlandeses, ucranianos, polacos, estonianos, letones, chechenos, balcares,
calmucos, tártaros, lituanos, rumanos y muchos otros. Y por supuesto los mismos
rusos. Todo ello fue mucho peor que un nacionalismo ruso. La perversidad radica
en el sistema mismo, para el cual el ser humano no vale absolutamente nada, y
en la cual el fin (la supuesta sociedad sin clases) justifica todos los medios,
incluyendo el asesinato masivo, la esclavitud, castigos y torturas de todo
tipo, deportación, liquidación, anulación. Además, todo eso fue una gigantesca
mentira, pues una tal sociedad ideal jamás fue construida. El pueblo siguió
viviendo mayoritariamente en la miseria y el atraso, mientras que la
“nomenclatura” (así llamaban a los jerarcas del partido y del gobierno) gozaba
de privilegios de todo tipo.
Trabajo, fe y familia
- ¿Cómo caracterizaría a los
alemanes del Volga, como pueblo que sufrió la diáspora? ¿Cuáles son sus rasgos
caracterológicos principales?
- No es fácil hablar de rasgos
caracterológicos, pues ahí entraríamos en un terreno que se superpone con el
psicológico, condicionado a su vez por múltiples factores entre los cuales son
muy determinantes los históricos, culturales y sociales. No existe un
“carácter” chino, suizo, español, argentino, boliviano, alemán. Pero sí existen
rasgos culturales. Son elementos que se van formando y transformando a lo largo
del tiempo, siempre ubicados dentro de un complejo cultural espacial y
temporal.
En concreto, los alemanes del
Volga se han caracterizado por tres dimensiones fundamentales: el espíritu de
trabajo, la fe cristiana y su espíritu de familia. Fueron los pilares básicos
sobre los cuales se levantaron el progreso, la cultura y la integración que
aportaron tanto a la Rusia zarista como a la formación de la Argentina. Rusia y
la URSS les pagaron muy mal todo lo que aquellas personas les entregaron.
Espero que eso jamás se repita en ninguna otra parte del mundo.
El Dr. René Kruger y Leandro Hildt
- ¿Cómo incidió la creencia
religiosa de este grupo en su forma de vida y en la manera de encarar la
adversidad?
- La fe cristiana fue de importancia
decisiva para la gran mayoría de estas personas. Fue el fundamento de sus vidas
y el elemento alentador en medio de las increíbles dificultades por las que
pasaron. Al igual que la fe judía para los inmigrantes de este credo; al igual
que la fe de los pueblos indígenas que habitaron este suelo y los que continúan
viviendo y luchando. Para todas estas personas, la fe en Dios no fue garantía
de que todo les saldría bien y que siempre tendrían suerte. Nunca pararon de
sufrir; pero en todo su sufrimiento, nunca pararon de creer y de tener fuerza y
esperanza. Esa fe les dio dignidad, y jamás negociaron esa dignidad. De allí el
título de mi libro “La dignidad no se negocia”. Esas personas perdieron
muchísimo, y frecuentemente todo; pero no abandonaron su fe ni entregaron su
dignidad. Son estas personas las que a pesar del olvido y la marginación
anuncian el triunfo del trabajo solidario sobre la explotación egoísta, del
temple sobre la ruindad mezquina de politiqueros, de la esperanza sobre la
tristeza, de la fe sobre la anulación, de la dignidad sobre la decadencia, de
la vida y la resurrección sobre la muerte.
Ficha técnica
René Krüger es Pastor de la
Iglesia Evangélica del Río de la Plata, y miembro destacado del Instituto
Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDE), con sede en Buenos Aires. Doctor
en Teología, ha escrito ensayos y libros sobre la especialidad. Pero también ha
incursionado en la historia de los alemanes del Volga. El entrevistado, ante
una consulta de EL DÍA, señaló que su interés por el tema obedece a múltiples
factores. Mencionó que está casado con Zully, una descendiente de ese pueblo, y
que trabajó 24 años en Entre Ríos en congregaciones formadas por alemanes del
Volga y sus descendientes. También porque un gran número de los miembros de su
iglesia pertenecen a este grupo étnico, al igual que sus estudiantes, y porque
estos inmigrantes configuran una masa poblacional importante en la Argentina. Krüger
señaló, además, que cuando empezó a investigar la temática, hace 40 años, había
mucha documentación y fuentes primarias, pero pocos trabajos académicos. Por
otro lado –precisó- “los diversos migrantes alemanes de Rusia asentados
hoy en Alemania (2 millones y medio), los EE.UU., Canadá y Brasil,
prácticamente desconocen el universo alemán del Volga en la Argentina, y es un
hermoso desafío establecer lazos académicos y humanos entre estos conjuntos
internacionales”. Pero hay otra razón no menos importante, que ha hecho que
difunda la historia de los alemanes del Volga: “porque es buena gente”, resaltó
el entrevistado.
Marcelo Lorenzo
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