Narramos
las historias tal como las vivimos y tal como las oímos contar por los campos y
calles de la colonia, casi con las mismas palabras sencillas y pintorescas que se emplean en las
narraciones populares…
Son los recuerdos las elegías
capaces de reeditar con su prosapia ilustre, a un tiempo lo bello y lo
entrañable. A la luz natal los dichos dicen más por lo que callan, parcas
certezas para un largo secreto de la vida, un espacio digno por sencillamente
humano...
Esto no es más que la verdad verdadera y tienen el mérito de ser
breves; un documento humano, como se dice hoy en día y como tal puede ser
interesante a los ojos que se dedican a estudiar el libro del corazón. Vamos a
narrarlos tal como lo vivimos y tal como lo oímos contar por los campos y
calles de la colonia, casi con las mismas palabras sencillas y pintorescas que se emplean en las
narraciones populares. ¡Te
acordás hermano, qué tiempos aquellos!!!...
Por eso no está mal que seamos
nosotros quienes generemos nuestro propio espacio; que podamos recordar con
sana nostalgia lo que vivimos, lo que disfrutamos, lo que nos ocurrió, lo que
vimos y lo que escuchamos. En definitiva lo que nos formó, nos nutrió y nos
hizo ser lo que somos hoy… Por eso es
bueno, reconstruir, entre todos, aquel mundo del pasado que nos encontró
aprendiendo a vivir...
"Ellos transformaron con su llegada el lugar... Aquí
la aldea donde ayer la tribu; donde la maleza, el vergel; donde el pajonal, la
floresta; donde el caos, el orden y la vida; donde la nada, el todo; y allá el
pincelazo dorado de los trigales, y más allá el oleaje grávido de espigas donde
la pampa, verde llanura proficua y ubérrima y ni una sola vara de tierra
escapando a la rúbrica bendita del arado y una nueva raza poblando hasta el
confín más remoto y un himno al trabajo que tendrá una estrofa por cada estado.
Fue allá lejos y hace tiempo en que un grupo de colonos se decidió
valerosamente a poblar esta región, afincándose y fundando la primera aldea de
alemanes venidos de Rusia de esta zona. Marcando el primer paso al frente de la
larga caravana de inmigrantes, como si el alma de la madre, heredada
integralmente por los hijos la hubiera inducido a echarse campo afuera, en
gigantesca e intrépida aventura, hurgando en las entrañas vírgenes de estas
tierras, para procurar la conquista de su porvenir honesto”…(Juan Bautista Gette)
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