Municipalidad de Coronel Suarez

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miércoles, 2 de enero de 2013

¡Chau a las quejas! (Capitulo segundo)

*Entrevista a Andrea Kadar, médica de la Universidad de Buenos Aires y psicoterapeuta transpersonal y sistémica).




¿Y los sueños, las aspiraciones y los proyectos que tenemos, aunque, a veces, sean inalcanzables?: Desear está bien, pero ¡necesitar es otra cosa! Frecuentemente, traspasamos esa línea. A mí me gustaría ser mejor psicólogo, pero si no lo consigo, no me voy a cortar las venas. Puedo ser feliz igualmente. Quizás un poquito menos, pero lo suficiente. Esto es lo que hay que comprender. Desear es estimulante. “Necesitar imperiosamente”, una losa. Debemos cuidarnos de heredarles estas percepciones a las futuras generaciones.

¿Por qué? ¿Observa a niños y adolescentes con debilidad emocional?: No solo eso: son la generación más frágil de la historia porque creen que necesitan mucho para estar bien. No toleran la frustración y se autopresionan. Por eso, hoy en día, dos de cada diez niños padece algún problema emocional. No debemos demandar tanto. Ni a nosotros, ni al prójimo, ni a la vida misma. Son incontables los seres humanos que están las veinticuatro horas haciendo cosas frenéticamente porque “deben ser” fabulosos profesionales, buenísimos padres, tener una gran vida social o familiar, estar en forma, vestir a la moda, ser atractivos o tener una casa hermosa. Lo peor: si no completan esos casilleros, ¡son unos fracasados! Y todo es cuestión de medida. Un poco de eficiencia es buena; mucha, es mala. Nos volvemos neuróticos a fuerza de exigirnos hacerlo todo bien. ¡Y eso es imposible! Además, ¿para qué queremos tanta eficacia?

Uno busca la excelencia en cada orden de su vida: en el trabajo, en la pareja…  La pareja es otro cantar... Porque allí descansa otro preconcepto erróneo. Es aquel que enuncia que hay que estar en pareja para ser feliz. El amor sentimental está pésimamente interpretado en nuestra sociedad. Es probable que esa sea la causa de que la mitad de los matrimonios no duren más de diez años. Nos “vendieron” que el buen amor es el amor dependiente… ¡y es todo lo contrario! Uno está preparado para tener pareja cuando no la necesita, cuando se le puede decir al otro: “Cariño, te quiero mucho, pero no te necesito nada”. En cambio, la idea del “sin ti yo me muero” es muy neurótica y producirá amargura cada vez que algo se trunque. Esas ideas, que yo denomino “hiperrománticas”, nos debilitan y trastornan.


De la teoría a la práctica... 

Por si todavía no lo sospechó, le confirmamos que Santandreu se en columna detrás de los detractores del best seller El secreto“Quien es inteligente sabe que lo mejor es desear con moderación porque, si no, te obsesionas estúpidamente. En mi opinión, este texto de autoayuda, que defiende aquello de que ‘si deseas mucho, obtendrás todo por una ley de atracción’, es ficticio y nocivo, ya que se emparienta con la autoexigencia y la obstinación por objetivos que, a ciencia cierta, no nos traerán felicidad”, subraya.


Como reptiles... 

Cuando estamos angustiados, nuestro cerebro dispara una señal de alarma y todo nuestro organismo se organiza en función de esa respuesta. Cuando nos sentimos amenazados, predomina en nosotros una parte muy primitiva, pero necesaria para la supervivencia de la especie, llamada “cerebro reptiliano”.

Al tomar el mando de nuestro cuerpo, distribuye la sangre en los músculos periféricos y nos prepara para el combate, como los antiguos reptiles. El miedo y la consecuente prevalencia del cerebro reptiliano –es decir, vivir a la defensiva– nos hace concentrarnos en cómo luchar para sobrevivir. La dura realidad que en ocasiones nos toca vivir puede generar ansiedad o estados de ánimo poco controlados que no contribuyen a la resolución de los problemas. Como la realidad no se puede alterar, es vital cambiar el modo de percibirla. Nunca más adecuada la frase “todo depende del cristal con que se mire”. Hay que colocarse anteojos de colores y ensayar respuestas creativas, aunque esto implique un esfuerzo.

¿Cómo lograr que el cerebro abandone la lectura del peligro? Para eso podemos caminar, distender los músculos y respirar; oxigenar nuestro cuerpo y proponernos alcanzar la felicidad. Hay que estar con los pies sobre la tierra para poder ampliar nuestra perspectiva y animarnos a más.


(Continuará)

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