Municipalidad de Coronel Suarez

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Cooperativa Electrica

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domingo, 11 de noviembre de 2012

Welsckan breche… Juntadores de maíz a mano… La desgranadora… 4ª parte y epilogo


Como su nombre lo indica, "desgranaba" el marlo arrancándole los granos de maíz que iba largando por una boca mientras los cocedores cosían las bolsas en que se embalaba…


La fuerza que movía a estas desgranadoras era, hasta la década de 1940, un motor a vapor externo que funcionaba de acuerdo a la naturaleza. Los marlos eran usados para la combustión que producía el vapor tanto para desgranar el maíz como, si los había, para la trilla de los cereales del verano. Su poder calórico le daba tiempo al foguista que alimentaba "la grilla" del vapor de tomarse unos mates durante su trabajo porque la pava, colocada cerca de ésta, mantenía el agua siempre caliente. Además los marlos brindaban una combustión más limpia por lo que el ayudante del foguista no debía estar continuamente sondeando los caños de calor como sucedía en la cosecha del trigo si se usaba la paja de este cereal para la combustión…


Con la llegada de los primeros tractores los antiguos motores a vapor fueron remplazados por estos nuevos aparatos que tenían motores a explosión. A fines de la década de 1930 apareció una nueva desgranadora motriz accionada con motor a explosión. La fabricaba la firma "Melquiot", y siendo sensiblemente más pequeña que las desgranadoras comunes, iba montada sobre un chasis de Ford T. La máquina era tan rápida que un buen cocedor no podía seguir su producción, por lo que debían trabajar dos buenos cocedores casi sin levantar cabeza para seguirle el ritmo. Esta máquina fue un gran avance para la época ya que, como era automóvil, bastaba engancharle un acopladito y transportar, con ella, a todo el personal y las herramientas...


 También son recordadas las desgranadoras manuales. Su uso estaba destinado a desgranar las espigas que se destinaban a la alimentación de los animales mientras se esperaba la llegada de la desgranadora grande…



 Mientras bajaba el nivel de la troja y se desgranaban las espigas, había que estibar las bolsas con maíz. Esta bolsas, debidamente cerradas -las mejores eran de yute importado de la India- pesaban unos 80 kilos y se acumulaban en pleno campo abierto en las llamadas "estibas de campaña" que tenían forma piramidal. Esta manera de apilar las bolsas obedecía a una doble razón; por un lado facilitaba un más rápido escurrimiento del agua en caso de lluvias; por el otro facilitaba el control y la contabilización por parte de los propietarios del campo cuando el chacarero era arrendatario...



En los casos de grandes propiedades se solía pactar el pago del arrendamiento en especie, consistente en el 33% de la cosecha embolsada. Estibado el grano, aparecía el representante de "la administración" que sellaba el porcentaje de bolsas que le correspondía al terrateniente con un sello con sus iniciales o su marca que se aplicaba con grasa negra o de carro. De esta manera quedaban identificadas las partes que se separaban adecuadamente al ser estibadas, luego, en los galpones del ferrocarril que las transportaría a su destino. 


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