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jueves, 15 de noviembre de 2012

Catolicismo en Rusia (II)


 

En 1917, como quedó dicho en la última entrada, las cosas se pusieron muy feas para la religión. La católica, mucho menos numerosa que la ortodoxa, también sufrió lo suyo. Los avances que había experimentado en los períodos de relativa libertad religiosa quedaron en nada, el clero autóctono fue perseguido, los fieles dispersados, deportados o simplemente eliminados, y los templos cerrados. Hay bastantes historias dramáticas de estos tiempos…


De los lugares de culto que había existido, en Moscú únicamente permaneció uno, la pequeña iglesia de San Luis de los Franceses, adscrita a la representación diplomática francesa y prácticamente vecina de la sede central de ChK, GRU, NKVD y KGB, que tales fueron los nombres que sucesivamente recibieron los servicios secretos soviéticos, y eso no sin dificultades severísimas…

Hay quien dice que durante varios años fue el único templo católico abierto al culto en toda Rusia. Había otro, en la entonces Leningrado, la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, pero no estoy seguro de que estuviese abierto durante todo el período soviético...


Esto por lo que hace a la Iglesia Católica de rito latino. Sin embargo, hay que tener en cuenta a los católicos de rito oriental, también conocidos como greco-católicos. Dicha iglesia procede de los distintos intentos por parte de Roma de poner fin al cisma de Oriente, el más señalado de los cuales viene del Concilio de Florencia de 1447, en que se llegó al acuerdo de mantener las formas litúrgicas bizantinas, mientras que las iglesias orientales volverían a la comunión con Roma. ..

El intento falló "casi" completamente, y digo casi porque, frente al general rechazo, hubo una parte de la iglesia oriental, básicamente la que territorialmente pertenecía a la Unión Polaco-Lituana, que lo aceptó. Con el tiempo, y con la división de Polonia, todos esos territorios pasaron a formar parte del Imperio Ruso y a significar una importante población de católicos en Rusia. Estos católicos eran -y son- especialmente molestos a la Iglesia Ortodoxa, porque externamente no se diferencian de ellos prácticamente en nada...

El terreno de batalla entre ambas confesiones fue Ucrania Occidental. El Imperio Ruso, tras 1793, fecha en que anexionó dichas tierras, favoreció a la Iglesia Ortodoxa; tras 1917, los capones de los bolcheviques les alcanzaron a todos…

En 1941, Ucrania fue ocupada por los nazis. Los nazis no es lo que llamaríamos beatillos y gente de iglesia, más bien todo lo contrario, pero, puestos a jorobar, jorobaron a los ortodoxos, para desgracia de éstos, sin embargo, en 1944 los nazis se volvieron por donde habían venido y entretanto los bolcheviques habían mitigado mucho sus furias anticlericales (el porqué es una historia muy interesante, pero que dejaré para otra ocasión). En consecuencia, los ortodoxos sacaron a leches  a las otras religiones de sus templos, mientras los guardias rojos les zurraban a saco. Durante varios decenios, pasaron a la clandestinidad, subsistiendo a base de ordenaciones en secreto y eucaristías en plan catacumba…

No hay mal que cien años dure, aunque en este caso la cosa estuvo cerca. En cualquier caso, casi setenta y cinco años después de 1917, la Unión Soviética pasaba a la historia, sin haber logrado su objetivo de aniquilar el poder de los popes. Los popes, y también los curas, estaban allí, incólumes.

Eso sí, lo de llevarse bien, como que no…

Pero eso que quede para el siguiente capítulo de la serie.

(Continuará)

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