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martes, 16 de octubre de 2012

Editorial... “Delicadeza y afecto”


Viene bien recordar las palabras del escritor Coelho cuando advierte sobre la importancia de gestos olvidados, fundamentados en la delicadeza y el afecto, muestras de cariño de y hacía los demás y respeto por nuestra esencia

“Delicadeza y afecto”

Delicadeza y afecto: estas palabras expresan un sentimiento cada vez más difícil de encontrar. Todos nosotros pasamos muchos días, o semanas enteras, sin recibir ningún gesto de cariño del prójimo. Son períodos difíciles, en los que el calor humano desaparece y la vida se resume en un arduo esfuerzo de supervivencia.

En los momentos que el fuego ajeno calienta nuestra alma, debemos examinar nuestro propio hogar. Debemos colocar en él más leña e intentar iluminar la sala oscura en que se transformó nuestra vida.

Si somos capaces de amar, también seremos capaces de recibir amor; tan sólo es cuestión de tiempo. Por eso ahora, más que nunca, hay que recordar las palabras olvidadas: Delicadeza y afecto.

En relación al respeto para con los otros, Murria dice en uno de sus versos: “El alma es invisible. Un ángel es invisible. El viento es invisible. El pensamiento es invisible. Y así y todo, con delicadeza y afecto se puede entrever el alma, se puede adivinar el ángel, se puede sentir el viento, se puede cambiar el mundo con algunos pensamientos”.




Con respecto a la delicadeza con uno mismo, Muir escribió en un texto adaptado de uno de sus poemas: “Quiero dejar mi alma libre, para que pueda disfrutar de todos los dones que poseen los espíritus. Cuando esto sea posible, no intentaré conocer los cráteres de la luna, ni seguir los rayos de sol la fuente. No intentaré entender la belleza, o la desolación artificial del ser humano. Cuando sepa cómo liberar el cuerpo mi alma, seguiré a la aurora y volveré con ella a través del tiempo. Cuando sepa liberar mi alma, me sumergiré en las corrientes que desembocan en un océano donde se cruzan las aguas y forman así el Alma del Mundo. Cuando sepa liberar mi alma, intentaré leer la espléndida página de la Creación desde el principio”.

La gran alegría de un ser humano es poder compartir, con delicadeza  y afecto, su felicidad con los demás”.

Y en lo que atañe al afecto con la humanidad viene bien una leyenda budista: “Cuándo Buda murió y llegó a las puertas del paraíso, lo estaban esperando ya una multitud. Abrieron los portones y cantaron himnos en su loor, pero en lugar de entrar, Buda hizo una señal de que quería volver a la Tierra. –Entra, estamos ansiosos por tu presencia- dijo una de las almas iluminadas. -¿Cómo puedo entrar en un lugar que tantos hombres todavía no han tenido el privilegio de conocer la esencia de la vida?- peguntó Buda. –¿Cómo puedo entrar si el resto del mundo todavía no ha entrado? Prefiero quedarme aquí, y esperar al resto de la humanidad”.

“Muchos pierden su salud por ganar dinero, y luego pierden su dinero para recuperar la salud. Viven como si nunca fuesen a morir, y mueren, como si nunca hubiesen vivido” (Buda)

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