Municipalidad de Coronel Suarez

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lunes, 10 de octubre de 2011

Tranqueras… por Ali Burafi



Allí están, como rejas de madera, descaradamente señoriales.  Apenas cubiertas por pinceladas de musgos cargadas de historias, fieles custodias de un antiguo óleo.

Muchas veces solitarias, esperando una mano amiga que las regrese a la actividad.


























A veces con nombres propios, finos y elegantes como la gente que allí vive.

Roberto, asador de oficio, me cuenta que su tatarabuelo fue uno de los paisanos que ayudo a la colocación de esa tranquera con “historia”. Según me dice, por el año 1889, colocaron junto a otros gauchos una tranquera en la estancia “La Malvina” – por Malvina Mason de Gil -, esposa de Remigio e hija de Don Tomas, en unas tierras otorgadas por el gobierno central al Coronel Argentino Remigio Gil en virtud de sus servicios prestados en la Campaña al Desierto.
 
Allí existía un cruce de caminos que corrían de Este a Oeste, y de Norte a Sur, por los que circulaban la Galeras de Vallece y la de Diaz.  Desde esa famosa tranquera fue donde Masón gesto el pueblo Pampeano. Roberto, continúa contando, que también allí, mientras trabajaba en la colocación su tatarabuelo vio por primera vez a una “dama”, la que posteriormente sería su esposa. En ese lugar se dieron cita para los primeros encuentros, las primeras miradas de amor.

Tal vez, en esa tranquera con historia se reflejen otras con pasados similares, envueltos en románticas lunas, en soles abrumadores, agitados caballos en arreo y crudos inviernos.

La Pampa pronto se vió poblada con “tranqueras”. A veces cautivas, prisioneras, entre dos fornidos postes para separar lo propio de lo ajeno.  Otras en cambio, nos reciben como una simple bienvenida directa al corazón de la querencia.

Quizás, la “tranquera”  descripta por Roberto, no fue la primera del país, pero sin duda una de las mas importante.
Esas tranqueras como fotos en blanco y negro, guardan historias de amor y trabajo, simplemente me recuerdan que la vida continúa más allá del tiempo.

Antes de regresar, cierro los ojos por un momento, y al acariciar la “tranquera” parece que unas manos gauchas me despiden.

Un sextante imaginario tomo posición en mi mente y alzó sus velas rumbo a mi patria chica.









Ali Burafi (Seudónimo) 

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