Municipalidad de Coronel Suarez

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sábado, 15 de octubre de 2011

Los Alemanes del Volga... Una Madre, un hijo. Todas las madres, todos los hijos



 La canción de cuna "Tross, tross, trillie

Una madre cargaba a su nuevo bebe y muy despacio lo arrullaba  aquí para allá y de allá para acá. Y mientras los arrullaba le cantaba: una antigua canción de cuna alemana “Tross, tross trillie… Tross-tross-trillie. Tross-tross-trillie, der Bauer hot ein fihllien, des fihllien kan net lofen, pum-pum fallen ind groben.



El bebe crecía, crecía… crecía y crecía, a los dos años, el corría por toda la casa. apartaba los libros de los estantes, sacaba toda la comida del refrigerador, y hurtaba el reloj de su mama y lo tiraba en el inodoro; algunas veces su mama decía: “Este niño me está enloqueciendo!”.  Pero cuando llegaba la noche y aquel niño de dos años finalmente estaba tranquilo, ella abría la puerta de su cuarto, se acercaba sigilosamente hasta su cama y miraba a su hijo desde allí; y si realmente estaba dormido, ella lo levantaba y lo arrullaba de aquí para allá de allá para a acá y mientras lo arrullaba le cantaba; Tross, tross, trillie...

El niño crecía… crecía y crecía, a los nueve años no llegaba a cenar, o no se quería bañar y cuando llegaba la abuela de visita, siempre se portaba mal. Pero cuando llegaba la noche, y el muchacho estaba dormido, la madre silenciosamente abría la puerta de su cuarto, gateaba hasta su cama y miraba a su hijo desde ahí abajo; y si estaba realmente el estaba dormido, ella levantaba a  aquel muchacho de nueve años y lo arrullaba de aquí para allá de allá para acá; y mientras lo arrullaba, le cantaba: Tross, tross, trillie...

EL niño crecía, crecía… crecía y crecía, hasta que llego a ser un joven. Tenía amigos raros, se vestía con ropa rora, y escuchaba música rara. Algunas veces la madre sentía estar en un zoológico. Pero cuando llegaba la noche, y el joven estaba dormido, la madre silenciosamente abría la puerta de su cuarto, gateaba hasta su cama y miraba a su hijo desde allí abajo, y si realmente estaba dormido, ella levantaba aquel muchachote y lo arrullaba de aquí para allá, de allá para acá, y mientras lo arrullaba le cantaba: Tross, tross, trillie…


Aquel joven crecía, crecía y crecía, hasta que llego a ser hombre, entonces se fue de la casa y se cambio para una casa  propia al otro lado del pueblo. Pero en algunas veces cuando las noches estaba muy oscuras, la madre sacaba su automóvil y se dirigía especialmente a la casa de su hijo. Y si estaban apagadas las luces en la casa de su hijo, ella abría la ventana de su cuarto entraba gateando por el piso y miraba a su hijo desde ahí abajo y si realmente ese hombre bien grande estaba dormido, ella lo levantaba y lo arrullaba de aquí para allá de allá para acá, y mientras lo arrullaba le cantaba: Tross, tross, trillie…

Bueno a través del tiempo, aquella madre envejecía, envejecía… envejecía y envejecía, un día llamó a su hijo y le dijo: “sería mejor que vinieras a verme porque ya estoy muy vieja y enferma”. Entonces el hijo fue a verla, cuando el entró en su cuarto ella trato de cantarle la canción. Toss, tross, trillie…, Pero ella no pudo terminar la canción porque ya era demasiado vieja y estaba muy enferma, El hijo se acerco a su madre , la levantó y la arrulló de aquí para allá y de allá para acá y mientras la arrullaba le cantó: Tross, tross, trillie…

Cuando el hijo regreso a su casa esa misma noche, se quedo pensativo por largo tiempo, a lo alto de la madrugada. Después se fue al cuarto de su hijita recién nacida que estaba durmiendo. La levanto en brazos y la arrulló de aquí para allá de allá para acá, y mientras le  arrullaba , le cantaba: Tross, tross, trillie…

(Robert Munsch y Héctor Maier Schwerdt)  

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