Municipalidad de Coronel Suarez

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Cooperativa Electrica

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miércoles, 5 de enero de 2011

BOULEVARD ATLANTICO HOTEL


El Hotel Boulevard Atlántico, sobresale por encima de las casas
y resiste el paso del tiempo erigido en medio de la soledad entre vientos y medanos como si se hubiese arrastrado allí luego de un naufragio a escasos 100 metros del mar.



Su propietario, Eduardo Gamba, es un hombre que alguna vez interpretó a Drácula en el cine y que hoy vive en ese “CASTILLO OLVIDADO” de aires surrealistas.

Luego de recorrer 17 km que separan la ciudad de Miramar de la Villa Balnearia “Mar del Sud”, finalmente lo diviso rodeado por un cerco perimetral de espeso follaje y un portal tan antiguo como oxidado.  A mi encuentro, luego de llamar, hace su aparición Eduardo, que luego de darme la bienvenida destraba el portón para mi acceso.  Mientras recorremos el Hotel, este hombre elegante y con palabras justas comienza a contarme la historia del lugar con la particularidad de un juglar, dibujando con su voz imágenes de gente que seguramente se albergaron en el correr de los años de esplendor.



Prosigue su relato, contándome que Carlos Schweitzer, director del Banco Constructor de La Plata, en el año 1889 decidió levantar un majestuoso hotel, escondido entre lomas y mar, entre cielo y playas desérticas aprovechando las característica de la zona que posee un microclima propio, profundas capas de aguas minerales, arenas yodadas y ferruginosas en su costa, factores que ayudan a una vida mas placentera.

Y así fue como este gigante comenzó a elevarse con aires neoclasistas  y propuestas de arte de diversos estilos, simétricos haciendo menos costoso el edificio, con un patio central poblado por algunas palmeras al que convergen las habitaciones todas pintadas de fuertes colores, una escalera central hacia los pisos superiores y hermosos espejos decorando el amplio comedor.



Pero la vida tiene sus propios acertijos y caminos.  La crisis económica del país de 1890 trajo como consecuencia la quiebra del Banco Constructor de La Plata deteniéndose el faraónico proyecto como así también la línea del ferrocarril que allí arribaría desde Mar del Plata, provocando este duro revés económico el suicidio de  Carlos Schweitzer.

Eduardo sigue su encarnizado relato, y va mas allá, según dice, el espíritu de su creador se quedo en el edificio, custodiando su obra.

A fines de 1891, llega al puerto de Buenos Aires, el Vapor Pampa con mas de 500 pasajeros inmigrantes muchos de ellos llegaban huyendo de la  Rusia Zarista en busca de nuevos horizontes para sus paupérrimas vidas.   Es así que desde Buenos Aires son trasladados a Mar del Plata y de allí en carretas a la Villa.

Dicen, que existía otro motivo de traslado de estos inmigrantes, se supone que durante el viaje en el Vapor se había desatado un foco de fiebre amarilla, y que las autoridades deciden el traslado a lugares lejanos para evitar un contagio masivo en la Capital.  Continuando con esta versión muchos de los que se alojaban en el Hotel murieron y fueron enterrados en el sótano del mismo.  Los sobrevivientes, ya ambientados al campo, son trasladados a la provincia de Entre Ríos dando origen a los primeros Gauchos Judíos.

Promediando los años 20 el Boulevard Atlántico comenzó su época de esplendor, este edificio al decir de Borges casi insensato fue albergue durante los meses de verano de familias que buscaban refugio en lo hostil y natural del paisaje.  Es así que durante el día disfrutaban de sus solitarias playas y por la noche el Hotel se vestía de gala dando paso a divertidas noches en cenas y bailes sustentosos.

Es dentro de este marco que esta mole neoclásica tiene otra historia, una historia rodeada del más puro amor.

Eduardo Gamba, por el año 40, con escasos 17 años pasaba sus vacaciones en la Villa, y una noche una joven que cantaba a los turistas baladas en francés, cautivo perdidamente a este hombre, esta hermosa joven cuyo nombre artístico era Mabel Dupont actuaba los 3 meses de verano en el hotel y luego viajaba a Francia, para los lugareños era la Edith Piaf argentina.

Eduardo pensaba estar en el paraíso cada vez que oía las canciones de la joven que al igual que un ángel había llegado a su vida, y sin más preámbulos le propuso casamiento.

Los ojos de Eduardo toman un brillo especial cuando la recuerda, caminábamos hasta Miramar me dijo tomados de la mano por la playa solos con la complicidad de Dios en la naturaleza mientras ella cantaba melodías solo para mi y el viento que acompañaba nuestro andar.  Ese idilio duro 20 años intensos y de profundo amor hasta la muerte de ella.

Este juglar contemporáneo también me cuenta que, según dichos se vio un submarino que trajo al mismo Hitler al hotel, y allí enterró parte de un tesoro.

Claro son todas versiones, de seudos historiadores pero indudablemente enriquecen la leyenda del hotel.

Durante el año 1972 Eduardo decide comprar el Boulevard Atlántico, pero la carga de su pasado no se detuvo y siguió su derrotero en retroceso. En el año 1993 una banda de mal vivientes se apodero del Hotel hasta el año 1998 fecha en que la justicia le devuelve la tenencia legal a Eduardo, pero ya es tarde, el gigante esta herido de muerte.

Sus paredes están sin revoque en gran parte, herrajes oxidados, y totalmente desmantelado, se habían robado todo lo posible, solo quedaba triste un viento que atraviesa las desvencijadas ventanas acompañando las románticas canciones de “la gorrión argentina” como si su espíritu también fuese parte de este Hotel.



Mientras Eduardo me acompaña hasta la salida,  su voz estoica solo me dice que peleara hasta que el Hotel regrese a su época de gloria, claro toda una utopía, pero en definitiva es la suya la que lo lleva a seguir vivo ya que según me dice el Hotel no es de el sino que el pertenece al Hotel.

Finalmente en el portal herrumbrado me despide este hombre elegante fiel representante de una época de gloria y poder hasta diría fantasmal Eduardo es el alma del Hotel, todas y cada una de las vidas que por allí pasaron están en el.

Al alejarme del lugar luego de observarlo por ultima vez sentí que dejaba atrás no un edificio con historia, sino una gran historia de amor, amor de este hombre por una hermosa mujer y fiel centinela de los recuerdos que allí viven aun a pesar del tiempo.


El ocaso del día parecía acompañar al ocaso del Boulevard Atlántico Hotel, solo una melodía producida por el viento al golpear las ventanas parecían decirme adiós en un acento francés como si la mujer que tanto amo Eduardo me diera la despedida junto a su hombre.

Ali Burafi

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