1996 – 6 de abril – 2012...
Diez y seis años de vida
Había muchos modos de celebrar el acontecimiento y rememorarlo; lo hacemos en forma sencilla, procurando simbolizar en unos pocos rasgos algo de todo eso que nos inspira ese profunda sentimiento de efusión hacía el suplemento, donde vuelco semana tras semana todo mí sentir
Pláceme recordar de cuando en cuando los episodios más salientes de mi carrera periodística e historiadora, pero, siento especial complacencia en uno, que, además de haber contribuido poderosamente a fijar mi destino, afirmando de un modo decisivo e irrevocable mi vocación, fue el origen de la gran fuerza moral que me ha sostenido siempre en mis horas de lucha y en los momentos de vacilación y de duda que yo, como todos los hombres, he sentido alguna vez.
Y es la total confianza puesta en mi persona por el señor Eduardo Minich, dueño y director del diario. En aquellos tiempos, aun no sabía que nadie es tan bondadoso e indulgente para apreciar el valor de la obra ajena, como los que, además de saber, son realmente nobles. ¡Ignoraba que la conciencia de su dilatada plenitud ni les envanece ni les solemniza! sus consejas aún resuenan hoy en día en mi mente. Son palabras de un magno en el periodismo lugareño que cayeron sobre mi alma como debieron caer las lenguas de fuego sobre la cabeza de los apóstoles. Así a todos y cada uno de los integrantes del diario les elevo mi eterno agradecimiento.
Que por ello trabajé tan afanosamente, puse tanta voluntad y buen deseo, tanta dedicación y entusiasmo en el cumplimiento de mi deber, que introduje en conquistar el corazón de los lectores interesados en la historia de los Alemanes del Volga, la benevolencia de las demás colectividades y la consideración de los eventuales colaboradores.
Tanto me enaltecieron aquellos buenos vecinos y tan alto y halagüeño fue el concepto que se formaron de mis escritos, más por la bondad suya que por real merecimiento, que el suplemento que me estaba confiado a mis modestas condiciones profesionales, no tardaron en adquirir una fama que tanto tenía de excesiva como de resonante. Y el año pasado se unió el blog que recibió en el mes de marzo la asombrosa visita de 20.426 páginas vistas.
833 suplementos…
Los hombres de fe que han tenido la suerte de no ver en el trabajo agotador un deprimente signo de responsabilidad, sino en medio de perfeccionamiento y de elevación moral. Así como otros guardan en un rincón las cosas que le fueron útiles alguna vez, yo guardo los suplementos como a portentosos testigos de una existencia, difícil sí, pero digna y respetable.
Guardo con tierna solicitud el archivo de los 833 suplementos hechos en estos 16 años de existencia, son 833 semanas en que los buenos y constantes amigos lectores, que en mis horas de inquietud desvanecieron mis dudas e incertidumbres, abriendo a mi espíritu anchos y seguros caminos, y con ellos conservo lo mejor de le mejor de cada uno. Y muy especialmente aquellos en que, junto con la comprobación de mis éxitos y de mis fracasos, me coadyuvaban y me coadyuvan todavía a guardar aún, después de mucha meditación y estudio, los medios de afianzar los primeros y de evitar los segundos.
Veo en los escritos, cuando al azar los releo, la constancia de la fe en lo que estaba haciendo; la prueba de que durante mi afán vocacional ni por un instante dejé de pensar en los abuelos ¡a quienes tengo tanto afecto! Ni de preocuparme de ellos y de su historia. Que son la causa de mis signaturas.
¡Pudo faltarme quizá la ciencia, pero no el corazón; pudo haber y seguramente hubo otros más hábiles, pero no más entusiastas. ¡Esta es mi gloria, humilde y nimia; pero, gloria al fin!
A muchas de estas páginas las he cubierto ya el tiempo de pálida amarillez ero me parecen siempre tocados por la mano grácil de la virtuosa lozanía. ¡Me traen tantas y tan dulces memorias! ¡Evocan tantas horas de redacción, de vagos tanteos, de afortunados aciertos, de hondas melancolías y de pasajeros desalientos!...
Recuerdos, muchos recuerdos…
Para aquellos que hemos tenido la suerte de ver menguar nuestras energías físicas sin sentir turbado nuestro espíritu, ni obscurecida nuestra mente, ni endurecido el corazón, nada es tan dulce y consolador como esas evocaciones retrospectivas. Que tienen el poder de hacernos revivir días ya lejanos embellecidos por el crepuscular recuerdo de una vida clara, simple y tranquila.
Tienen los amables recuerdos del ayer la intensa y misteriosa poesía de estas ráfagas que, alguna vez en la vida, llegan a nosotros cargadas de perfumes exóticos; impregnadas de suavísimas aromas de particular e inédito encanto.
Todo esto, y mucho más, me vino a la memoria al hojear el archivo de los suplementos, colección pacientemente formada semana tras semana en diez años de labor, índice de mis gustos y aficiones literarias, repertorio de mis pensamientos y modos de sentir.
¡Cuántos bellos artículos! ¡Cuántas narraciones interesantes hay en ellos! ¡Cuántas reflexiones nobles y elevadas! ¡Cuántos pensamientos de inextinguible fulgor! Y, cosa singular, y a la vez satisfactoria para mí.
Muchos de estos trabajos, que en otros días me parecieron de primoroso estilo e invencible encanto, hoy, hacen asomar la sonrisa a mis labios y me parecen de una ingenuidad curiosa.
Pero, nada de cuanto escribí para mis lectores es trivial, no hay línea que no responda a un ideal honrado o que no respire dignidad, entusiasmo, virtud o esperanza.
Conclusión…
A lo largo y a lo ancho de estos diez y seis años transcurrido del lanzamiento la primera edición, he recibido ya varias "palmaditas en el hombro" de amigas y amigos tanto visibles como invisibles que comparten nuestros sueños: Rescatar del olvido los usos y costumbres de nuestros ancestros. Cuantas veces las cosas pequeñas que nos legaron nuestros ancestros, nos sorprende con la fuerza de sus mensajes. Si nos permiten. Gracias por el ejemplo...
Sea éste aniversario un humilde homenaje de nuestros más profundos respetos y agradecimiento a los lectores, que hicieron posible que llegáramos hasta aquí y con vuestra comprensión seguiremos estando, siempre junto a ustedes.
Que el “Buen Dios” les bendiga a todos y les elevo mil gracias por todo lo que me dieron, que es mucho más de lo que pude dar.
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