Para ellos. Los de la
colonia y los otros. Para quienes vistiendo una túnica de alegrías y esperanzas
nos muestran, día a día, sus mochilas cargadas de travesuras, rebosantes de
sonrisas...
Para
los inquietos personajes del recreo, de los cuadernos coloridos, de la goma de
borrar en el bolsillo.
Para
los de la pelota que lastima el jardín de la vecina, con un grito de gol en la
vereda.
Para
ellos. Para los de dientes de leche y los caramelos a cualquier hora, los
fanáticos de la tele y la coca-cola, los del resfriado sin pausas y las
preguntas inesperadas.
Para
los dueños de la magia sin galera, de la moña desplanchada, del flequillo
desparejo.
Para ellos que, jugando a
vivir, inventan el juego más hermoso de la vida, entre el llanto por una
penitencia y el anhelo de aquella bicicleta.
Para
los de la mascota de los sueños largos, la estatura que se crece y los mandados
obligados.
Para
ellos. Para los de championes puro barro, los deberes apurados, la merienda
inconclusa. Para los del ruido más extraño, el silencio sospechoso, la picardía
de la tarde, la caricia que renueva.
Para
ellos. Dediquémosle algo que sea lo más parecido al amor.
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