Seguramente nació traída al mundo por una partera. Sus compañeros de juegos eran sus propios hermanos y hermanas, que en muchas familias pasaban de diez. En sus primeros años, junto al aprender a hablar, la madre o la abuela, le enseñaban a juntar las manos para rezar. Ya en edad escolar, como la enseñanza era muy precaria, por eso la gran mayoría de ellas cursaban únicamente la escuela primaria. Pero en la casa la enseñanza religiosa continuaba ya sea por los padres o por los abuelos, donde tenían que estudiar el catecismo…
Era ley no escrita...
que para la fecha de ingresar al curso de confirmación, a los 13 años, que duraba de 4 a 5 semanas, tenían que saber de memoria: los diez mandamientos, el Padrenuestro, el Credo, los Artículos y los sacramentos, además de muchos versículos e himnos…
Una vez confirmada, era considerada una señorita y tenía derecho de participar de fiestas o casamientos. En esa edad de señorita soltera, se iba preparando para ser en el futuro una buena ama de casa. Al lado de su madre, su abuela, sus cuñadas o hermanas mayores, iba aprendiendo a cocinar las comidas típicas de cada familia como también amasar ese crocante pan casero, tortas y bollos. Además aprendía a coser su ropa, zurcir y tejer sus prendas de lana…
Como en toda casa, casi siempre había un bebe, también aprendía a cuidar chicos, curar sus enfermedades con remedios caseros, practica que más adelante sería de utilidad para con sus propios hijos...
Al pasar los años...
y con toda esta experiencia, ya podía poner sus ojos en algún candidato para formar una familia. Si por algún motivo, no aparecía alguno, había personas que podían ayudar en ese sentido. Simplemente buscaban a uno, lo cargaban al carro y lo presentaban a la chica y a la familia, esta practica se denomina en alemán “Ge’freierei”. Si se ponían de acuerdo, ya en poco se realizaba el casamiento. Generalmente ese matrimonio vivía en la casa de los padres algún tiempo, hasta que se independizan para trabajar por su cuenta…
Pero además de ser buena ama de casa...
esa sacrificada mujer, le ayudaba a su marido, tanto en los trabajos de patio, como ordeñar las lecheras a corral y a la intemperie, como dar de comer a gallinas, patos, gansos, pavos y cerdos. Pero el trabajo más duro era la cosecha, donde ayudaban a engavillar trigo, a emparvar, y en la trilla. También en la cosecha de maíz la mujer ayudaba a deschalar a mano, donde los hombres cargaban las bolsas al carro para guardarlo en grandes trojes, para pasarlo luego por la desgranadora a mano, tarea que secundaban las mujeres...
Es por ello que le dedicamos a esa abnegada mujer coloniense...
este homenaje por lo mucho que dio en la vida de las colonias a lo largo de estos años, donde no solo ayudó a su marido en las tareas del campo, sino que además sembró en los corazones de sus hijos la semilla del cristianismo, para formar hombres y mujeres buenos, trabajadores, honrados, de confianza, honestos y siempre dispuestos a dar la mano al necesitado.
Imagen 1) Marilin Scheffer
Imagen 2) www.santaanita.com