Llegó la Navidad y con ella reverdecen en la memoria y en la realidad cotidiana de los descendientes de alemanes del Volga un sinfín de antiguas tradiciones, tan antiguas que la historia de su origen se diluye en la vastedad de los tiempos. Pero que perduran indelebles en el espíritu de un pueblo que en estos días venera a sus ancestros llevando a cabo costumbres que tienen como base primordial la celebración del nacimiento del Hijo de Dios a través de fastuosas festividades eclesiásticas y de la congregación de la familia alrededor de la mesa hogareña esperando en unión la venida al mundo del Niño Jesús…
Y como siempre ha venido sucediendo a lo largo de la vasta y fructífera historia de los descendientes de alemanes del Volga, sobre todo en estos últimos años en que se tomó conciencia de nuestro rico pasado histórico-cultural, volverán a oírse las maravillosas historias de aquellas navidades de antaño cuando los abuelos celebraban el nacimiento del Niño Dios llevando a la práctica usos y costumbres que, con sólo imaginarlos, nos iluminan la mente y el corazón de recuerdos entrañables que tuvieron lugar junto a la mesa familiar, compartiendo la Nochebuena con nuestros padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, bisabuelos...
Cuando en aquellas memorables noches de suculentas comidas agridulces, cargadas de calorías, y con el alma rebosante de alegría, los niños recibíamos las visitas von Christkindl und der Pelznikell. Der Pelznikel que llegaba ataviado con su sobretodo oscuro, golpeando cadenas, dispuesto a castigarnos por alguna travesura memorable que habíamos realizado en algún momento del año. Und das Christkindl que llegaba revestida del aura celestial, tañendo campanillas, regalando golosinas y reconfortándonos después del susto que habíamos pasado…
Eran otros tiempos, es cierto. Tiempos más humildes, también es cierto. Tiempos en donde hasta la dicha era más simple... ¡Pero qué felices éramos! Y cuánta nostalgia y añoranza sentimos hoy al mirar atrás y descubrir que ya nada volverá a ser como en aquellos años. Porque todos hemos crecido. Y en el camino hacia el futuro, muchos de nosotros hemos ido perdiendo afectos... nuestros padres ya no están... algunos hermanos que también se fueron antes que nosotros... y la vida que siempre continúa... siempre continúa, irremediablemente…
Por eso, en la Nochebuena, cuando levantemos nuestras copas para brindar, compartamos la felicidad del nacimiento del Niño Dios junto con nuestros seres queridos, pero también tengamos presente en nuestra memoria el recuerdo de los que alguna vez nos quisieron y hoy ya no están.
Héctor Maier Schwerdt
No hay comentarios:
Publicar un comentario