El día que recuerda a los jardines de infantes se traduce en un homenaje a la memoria de la educadora “Rosario Vera Peñalosa”, coincidente con la fecha de su fallecimiento.
“Esta es una fecha propicia para reflexionar sobre la docente inicial, porque la “jardinera” ha elegido una profesión en la que experimenta el encanto irresistible de vivir, junto a sus niños, ese período que la sicología ha revelado como uno de los más decisivos y delicados de la vida”, dijo una destacada docente suarense
El Jardín de infantes ha dejado de ser el lugar donde las madres que debían obligadamente salir de su hogar para trabajar, dejaban a sus hijos. Desde esta rotulación asistencialista, el jardín pasó a ser la raíz educativa de los alumnos previo paso al nivel siguiente.
Entre las primeras maestras que, de la mano de Domingo Faustino Sarmiento, llegaron a la Argentina, se encontraba una pionera de los jardines de infantes, la norteamericana Sara. Ch. de Eclestone Es ella quien crea en 1883 el primer profesorado para nuestras “kindergarinas” en Paraná. Desde entonces la Argentina es uno de los pocos países del mundo en el que el jardín de infantes prioriza lo educativo sobre lo asistencial, las dos tendencias en pugna a la hora de definir las funciones del nivel. “Sarmiento quedó prendado del modelo filosófico humanista que tenían los jardines de Europa, y del sistema didáctico y organizado americano.
Más de cien años después, con una matrícula que en ciertos distritos alcanza al 97 por ciento de los niños de cinco años, la mayoría de los especialistas coincide en que no sólo creció cuantitativamente el número de establecimientos para chicos de 45 días a 5 años, sino que también se renovó sustancialmente el proyecto pedagógico.
El cambio que consideran “revolucionario” es la incorporación de los contenidos educativos, establecidos desde las distintas disciplinas, en respuesta a una nueva concepción de la infancia que recupera su espacio social hasta ahora negado.
La enseñanza en el jardín de infantes se empezó a transformarse hace más de diez años. Antes lo importante era “el juego por el juego”. Lo que se proponían los maestros, a lo sumo, era que los chicos adquirieran hábitos, rutinas, motricidad, conductas de convivencias. La función del jardín es vista como la vía para brindar a los sujetos más jóvenes un espacio para apropiarse de los saberes que la sociedad supone significativos.
Plegaria a la Maestra Jardinera
“Tú, que vives cosechando frutos de carne y hueso. Jardinera de vidas. Sembradora de sueños. A ti te quiero entregar este pedazo mío, Mi esperanza futura, Este, mi hombre pequeño... Enséñale que, a veces uno más uno es dos. Pero, lo que es más importante: No dejes de enseñarle que la cuenta es correcta. Cuando uno más uno. Somos todos... Perdónale sus faltas, si son de ortografía; Pero no le perdones las otras, las más graves: La falta de esperanzas, la falta de faltar a los principios, La falta de respeto (sobre todo a sí mismo), Y la falta de fe y de ansias... Enséñale, asimismo, que la palabra “patria” no es más que seis letras, si no siente en sus plantas vibrar la amada tierra que sube por la sangre y le explota en el alma...” (Andrés Redondo)
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