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jueves, 22 de marzo de 2012

Rusos de Alemania: el retorno… 2ª parte

La Historia de una comunidad con un recorrido fuera de la norma: los ruso-alemanes repatriados a Alemania y que se asentaron en a lo largo y ancho de Alemania y que luchan por vivir en armonía en su país de origen

                                              Helene Fischer... famosa cantante alemana del Volga

El primer paso para la integración

Los Alemanes de Rusia buscaban en primer lugar reunir a los miembros de su familia en los barrios donde el Estado instaló las primeras comunidades exclusivamente rusas. En Berlín, Marzahn es la “colonia” más grande de la capital. Yendo hacia atrás y para “favorecer su integración”, el Estado alemán impuso cuotas después de 2002. Sin embargo, los niños van al colegio, los adolescentes estudian y los adultos trabajan o intentan cubrir un puesto de trabajo. La inmigración está en marcha, aunque en Berlín el mercado del empleo ofrezca pocas oportunidades.


Tanto es así que Eduard, tras sus estudios de carpintería financiados por la agencia pública de empleo, ha cambiado en seguida de especialidad, ya que “no es posible ganarse la vida en condiciones siendo carpintero en Berlín. Es un trabajo muy mal pagado”. Por lo cual abrió un negocio que tiene buena aceptación entre los habituales del sector y los amigos rusos que viven en el barrio: “Aquí, no puedo luchar frente las grandes cadenas de distribución como Kaufland”, explica.

Hablar alemán es la condición sine qua non para encontrar un trabajo. Si el 70% de los primeros repatriados hablaban esta lengua, de los llegados recientemente sólo una cuarta parte son germanoparlantes, calcula Frank Tétart.

                                    Casa de Rusos-Alemanes en Berlin, hecho a la usanza rusa

“Los jóvenes son más afortunados porque van al colegio. Aprenden alemán, aunque no lo hablen en casa”, explica Valentina Zapp, jefa de proyecto en Schalasch. Cada día, ayuda a numerosos jóvenes a encontrar plaza para una formación de aprendizaje o a redactar una carta de candidatura: “Después de un año de recuperación se suman al curso normal. Pero el sistema escolar alemán es muy elitista. Berlín ofrece pocas perspectivas”, continua. 
 
Una identidad dividida


Anna Mamonov tiene 25 años. Llegó a Alemania junto con su madre hace nueve años. Para ella, como para todos los jóvenes, la cuestión de la identidad no es un problema resuelto: “Tengo la impresión de haber sido arrancada de mi infancia y de mi país”. Se siente integrada en la sociedad pero ante todo se siente rusa con raíces alemanas.

¿Y los jóvenes nacidos en suelo alemán? En su caso es a la inversa: aunque oyen hablar ruso en casa, muchas veces no quieren aprenderlo porque en el colegio y con los amigos sólo hablan alemán. 


A pesar de todos estos esfuerzos, los alemanes, ellos, guardan en su cabeza a menudo la imagen de Asia, beneficiaria de las ayudas sociales, cuando se encuentran con esta población de rusos repatriados, perseguidos como una masa de ciudadanos agregados. 

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